campiña ecijana

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domingo, 4 de agosto de 2019

El Ballet Nacional de España





¡Gracias Najarro!
      Como un latigazo de amor a la tierra, corrió el calambrazo de un cante y un baile bajo la “envoltura” del cuerpo cuál es su pellejo, en la noche rambleña de un Liceo entre galas por una despedida, un hasta pronto, al último maestro que ha sabido colocar el Ballet Español al nivel de las “modernidades” que luchan por aberturas y libertades.
     Gracias a D. Antonio Najarro, te lo debemos.
      La patria de tantos que lloran en demasía cuando piensan, por sus aparentes desajustes, pero que a lo mejor ni lo son, porque hay maneras de ser y explicarse, que llevan implícito la quimera, las dudas y el “restregar de orgullo” cada cual con lo suyo ¡Eso somos! Y así nos presentamos sin remedio, ni lo necesitamos.
      El Cante y su “baile”, el baile y su “cante” quedó perfectamente reflejado y expresado en ese amoroso, vibrante y sensible “ratito” que nos ofreció en Gran Teatre del Liceu barcelonés y bien que lo disfrutamos. Entre bambalinas se paseó Lorca y hasta Béquer, cuando no, D. Tomás Pavón y “La Niña de los peines”; la gracia de una bata de cola o de un mantón movida con garbo y flamenquería a lo grande, dibujaba en fino buril los pensamientos y nos traía a Lola, la “Flores” del genio y la raza; la “baronía”, sapiencia, genialidad y el “oficio” de un arte sin parangón expresado con soltura profesionalidad y chispa…  pellizco y duende que nos hizo recordar al gran Antonio y al otro, al Gades, que dejaron simiente de lo patrio y español con orgullo, expresado, ahora sí, por unos artistas que supieron y saben estar a la altura de los tiempos, sin descuido de raíces y formas, que siguen y seguirán brotando de ese venero inagotable de lo nuestro.
Montero Bermudo.
    S. Juan Despí 4 de agosto de 2.019
     

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