campiña ecijana

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sábado, 28 de octubre de 2017

¿Recoges y te vas?


Esta situación remueve tristezas.


      Desde el primer momento que llegamos por estas tierras, aquí algunos lo pasamos muy mal, ni era lo que nos pintaban, ni siquiera lo decidimos, fue impuesto por la situación y a los de poca edad ni nos escucharon.

       Veníamos en condiciones deplorables y tardaríamos en levantar cabeza, pero con esfuerzo y resinación medio lo conseguimos. Horas extras, destajos, noches, fines de semanas…   todo se convirtió en trabajar, en  un cambio y una lucha personal y colectiva por salir del “pozo” y si bien es verdad que superamos la prueba, no es menos cierto que hicimos “nuestra gran inversión”...  Cuanto pudimos. Hoy los réditos son discutibles para unos pocos,  pero aún y así no es lo menos malo. Hay cosas peores o más dolorosas y que no sabemos hasta donde avanzaran.

     Los tiempos que corren, nada halagüeños, me  hacen pensar, quizás demasiado, en lo que muchos creen más que superado. Yo tengo mis dudas.

      Los de abajo siempre fuimos “carne de cañón” y en la “guerra” particular que libraban desde tiempo inmemorial, los del poder y quienes tenían acceso a tantas prebendas y ventajas  (nunca estuvieron satisfechos) íbamos boquiabiertos, pero contentos, a la “trinchera”   donde quisieran colocarnos el “rancho”. Cogidos a la marmita con desespero buscábamos las más cucharadas posibles, cuando el hambre y las necesidades aprietan, se agarra uno a la “marmita ardiendo” y ni siquiera notas que te quemas…   hay dolores más grandes que disimular.

     Después de una vida de: lucha, trabajo, entrega y de sueños, ves con resignación que todo  tiene que resumirse en  “lo comido por lo servido” y no hay derecho. Algunos o muchos pillaron el lado bueno con la cuchara, pero a otros tantos, a los que no nos comprenden e incluso nos miran con un desaire quienes portan tus apellidos,   nos tocó la parte donde andaban los huesos y ahora, cuando la edad y la historia particular de tantos, en lo referente a la productividad laboral, toca en su epílogo   ¿Qué ha de hacer uno mientras escucha cornetas  llamando a zafarrancho? ¿Renuncias a tu dignidad, a tus principios…?  ¿Recoges y te vas con “el rabo entre las patas”?   ¿Por qué y dónde, si esto también es tuyo?

        Con toda la claridad del mundo en mis ideas y a sabiendas de ser incomprendido por la mayoría, solo me limito al pataleo, del que tengo también derecho. No quiero males para nadie, mandarle ni pedirle explicaciones ¡Viva la libertad!  Pero saldré como siempre por mi puerta con la cabeza levantada mirando el día y saludando con el mejor de los agrados…  aunque algunos ni me contesten.

Montero Bermudo.

S. Juan Despí, 27 de Octubre de 2.017

 

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