campiña ecijana

campiña ecijana

domingo, 5 de noviembre de 2017

Nueva etapa


El retorno soñado

 

          Veinticinco años después de algunas de mis primeras notitas en aquella entrañable publicación que editara por un tiempo, no demasiado largo, aunque sí: fructífero, “enseñador” y bonito,  la Casa de Écija en Cataluña con el nombre de “El Puente” y que recientemente recordaba en uno de sus programas  Écija Comarca TV, por cierto, de forma “incompleta”. Lo viví en “directo”: la historia en sí de aquel evento (el de la Casa de Écija y el conjunto de sus actividades) y el citado programa televisivo, tantos años después.

          Como decía, revisando cositas de aquellas publicaciones, releo en una de las primeras, escritas allá por el 92, cuando contaba, una vez más… a lo largo de estos cincuenta y tantos años serían reiterativas, soy un pesado…   algo sobre el tan soñado “viaje de retorno”. Sigue vivo e incesante, constante e imperecedero; poco ha cambiado tal sueño, aunque las situaciones varíen a lo largo de los años.

         Decía: tras la entrada “triunfal”, a pie, por mitad  de La Puente que cruza  el Genil, cara a Sta. Ana y sus palmeras y al son de “Paquito el chocolatero”…    ¡Ay!  El sentido del humor que tanto de feo tapa y que en la mayoría de las veces es buen recurso, para dar algo de dulzor a lo amargo.

         El tiempo corre en mi contra y ahora ya dan miedo algunas de las aspiraciones, aunque siendo consciente, solo se trataría de una “puesta al día” y aceptación de lo que no podrá ser. Queda mucho, bastante, porque uno es joven (por lo menos de espíritu) y habrá lugar a resolver infinidad de proyectos que andan en pie desde chico. Pintar y dibujar sobre todo y apuntar en forma de renglones cuanto mi alma sea capaz de descifrar;  “comunicándome” ahora sí, con mi tierra y mi gente cara a cara, sin intermediarios. Hablarle, contarle y preguntarle por tanto como me perdí; llorarle y reírle a cielo abierto mirando a los ojos a quien siempre quise…     mi cuna, que es ÉCIJA y que entre sueños, la escucho que de modo continuo sigue  llamándome.

         Cuando próximo para mí, ese periodo en el que a los “torpes y desgastados nos retiran de la circulación”, esperemos que en lo físico el cuerpo responda, permitiéndome pasear cuando menos por  “el ruedo”, que son las tierras cercanas a la ciudad y entre brochazos y garabatos o “pirujatos”, en sus descansillos o momentos de “respiro”, pueda  hacer acopio de algún puñado de collejas, berros, tagarninas, espárragos o “cardos arrecife”.

        Los recuerdos de las cañadas, arroyos, barbechos y padrones que en mi mente perviven, me traen hasta el olor y el aroma del campo, de esa bendita campiña por donde aprendí entre terrones y sembrados a andar. Entre olivares y rastrojos; circundando huertas a orillas del río impregnado del salitroso aroma de los tarajes; pisando el limo y respirando profundo el inigualable olor a “granás”…     esos “caprichos” que ofrece la naturaleza y que en la  privación de tantos años aprendí su alto valor y que ahora, si Dios lo permite, quisiera disfrutarlos, aunque sea de vez en cuando in situ y en su hábitat…   donde mejor saben y porque creo tengo derecho.

Montero Bermudo.

S. Juan Despí, noviembre y en puertas de un retiro, 2.017

        

1 comentario: