campiña ecijana

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domingo, 23 de abril de 2017

Atrás quedó la Semana Sta.

 Recuerdos de una Semana Santa.

 

          Sigo apuntando cosillas de todo aquello que me llama la atención, porque me guste o lo contrario, es mi vicio y en estos días, el tema sería la Semana Santa de Écija  ¿Cómo no?  mi Semana Santa.        

          Después de un sinfín de fotos y vídeos, de mensajitos, llamadas telefónicas y retransmisiones diarias por TV, queda uno al menos medio consolado con esa “información”, que no satisfecho  (in situ es otra cosa)  pero hay que resignarse,  este año no queda  más remedio.

           Me siento al teclado queriendo poner en orden, en alguno, todo cuanto me llegó por el interés que me despertaron y no me aclaro. Pongo, quito, vuelvo a poner, borro…  como pequeñas ráfagas de luz y a modo de proyector de diapositivas milagroso, voy remirando imágenes vividas recientemente  y ante mi sin control pasan: Vírgenes y Cristos envueltos en flores; cruces de guía, banderolas, estandartes, faroles, presumidos capataces, remudas de costaleros y un bosque de puntiagudos nazarenos. Al discurrir de las cofradías “santiguaciones” y lágrimas en hermosos rostros rebosantes  de fe; laboriosas  salidas y entradas de pasos por arcadas y ajustadas puertas, donde varales de palios, coronas y cruces, entre suspiros de hermanos, dinteles y claves de arcos,  sin rozarlos…  los  besan.  Música, saeta, color y  nubes de incienso que a modo de niebla envuelven el ambiente y como jugando al escondite me disimula ropajes, dorados, figuras y gente.  Caritas de niños y niñas acosando “revotos” pidiéndoles  cera y abuelos embobaos mientras retratistas como abejas, liban el polen de lo florido y lo inmortalizan;  luces de cirios, candelabros y velas, juegan con sombras chinescas y van montando por las callejuelas  procesiones sobre muros…   a capricho: Paredes encalás y ventanas con macetas  a pleno sol, en penumbra  o con la luz de la candelería;  eso y más, vi…    que no viví,  en estos días.

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          A mi Virgen en su ofrenda  de un viernes de dolor, Santiago llena de flor, preciosa como siempre… ni el oro viejo en su impronta novedosa, restó luz a su nacarado semblante.

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           Amor  de  Cristo sufrido y ensangrentado que apareció por La Alcarrachela meditabundo y rodeado de buena parte de su barrio; en su caminar, “ocurrentes”  saetas cantadas  a “pie de peña”  con silla,  guitarra,  palmeros y retratistas;  lo de menos el cante, que es un rezo en forma acostumbrada y con sentimientos para estos menesteres, pero la forma…    más acorde quizás con un Septiembre  de lunares al paso de coches de caballos. La “prensa y sus paparazzis” disfrutando, como la “afición”…    ¡Libertad!  Aunque a veces sea un invento,  que no me la quiten si me la dan.

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           Ramos de olivos y palmas  en soleado domingo, campanas alborozadas que suenan con alegría;  mañana  festiva  de estreno para  niños   que corretean  y padres más que contentos… pena la mía, que la llevo dentro. Cristo en júbilo de  ilusiones, chiquillería y música de banda,  que se hermana  con la  tarde donde lo más sobrio de mi Semana Santa, va Cautivo en  “su pensamiento”  y  entre lirios y manos juntas, hace de rezo el momento   y me aviva los  recuerdos de tantos que sigo queriendo.

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            La yedra brotada se agarra  al madero buscando la  cara de un Cristo emergente,  salió de Sta. Ana y de forma pausada lo llevan costaleros, entregados y sufridos… son gente del Puente   ¡Casi na lo que digo!    La  Reina de un barrio florido y alegre, que a orillas de eternas corrientes, Genil que te besa al pasar y entre parterres y arriates, palmeras y flores,  S. Pablo y su gente  se abrazan a Ti,  Caridad del Puente… verde Yedra,  estrella del río, amor por siempre.  

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          Martes Santo en Santiago, Écija plena de Semana Santa; explosión de júbilo contenido por sus patios, la calle llena de “revotos”….  grandeza, fe, esperanzas.    Tras la venia, serpenteando luminarias como un portento entró el Misterio por El Salón, a buen paso y mejor son, dejando absorto y  boquiabierto a quien esperaba… los del “gallo” en manos de quien mandaba,  no tienen paragón. Siguió un Cristo expirando, cuatro cirios lo custodian, rojos claveles tintan su monte;  por doquier,  capataces y estruendosa  trompetería, más la fuerza de la escultura  va repartiendo hermosura, joya del arte barroco que Écija es buena cuna.   La  elegancia de paso andando roza el Cielo con su corona, sin despegarse del suelo,  la llevan costaleros, costaleros, costaleros,  de los que entran por la gloria que ese será su fuero…  Dolores ni más bonita, ni mejor llevada, emocionas a raudales y de flores…     a mi lo que me gusta es tu cara y no hay quien remedie que llore.

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          Cuestecita de S. Gil con lo que pesan los pasos cuando tienen que subir. Arracimados en balcones por  ventanas y  rebates y  a orilla de las paredes  multitud de gente esperando, quieren ver al que baja andando, el Señor de  la Salud  que viene  del Altozano;  Écija entera  en sus manos,  a “puñaitos”  llevan  la cera,  van alumbrando el camino, Écija entera es vereda, creencias, fe y tradición “viernes del año” que son historia, “azotea del picaero”  lugar de peregrinación donde suben los creyentes…   y hasta los que no son.  Llegan a pedir  fortaleza, a demandar ayuda “pa”  pone algo en la mesa, por la salud de la abuela, por la espera, por los  hermanos;  parroquianos que no cesan tras siglos continuados…   para quien no quiere ver,  extrañeza.

            Cofradía por Tribuna con un paso de misterio a la mayor altura  ¡Fuerza de costaleros! Trompetas como ningunas,  Cristo con sello propio y bajo el palio ¡Ay bajo el palio!  Belleza de manto, carita de nardo  ¡Qué virgencita Dios mío!  Flor allí en “to” lo alto.

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          Despertando emociones  cruzó Confalón la Victoria, Cañatos, Puerta Osuna y “calle Nueva” entrando por El Salón  entre  ¡Vivas en revolera!  Mecidas  en  pies descalzos de hermanos confaloneros, la honra de ese convento que le llaman de la Victoria, irán todos a la gloria, son orgullo y  tradición de una Écija cofrade, que nos pondrá en la historia.

          El  “Amarrao” solo con su presencia contiene respiraciones, pasó por Carrera Oficial andando como es costumbre; el Señor de una enorme belleza, sereno y al margen  de quienes le ofenden, contrasta en serenidad con las vibraciones de un rococó  en el paso, digno de tener en cuenta. Tras Él: la emoción, el pellizco  y hasta la agitación en el ánimo. Confalón es sin lugar a dudas  el paso que marca la diferencia, ninguno es igual, no hay otro que se le parezca y siendo ecijano, como todos, que lo son  (aunque algunos se emperren en borrar toda huella de ecijanía, con tal de parecerse a los de la capital)  es el que destaca en el mantenimiento de una herencia  ancestral en las formas, tradición, costumbre….   Y fiel a su historia como hermandad, que es la nuestra, la de los ecijanos que aun conservamos el espíritu y el orgullo de serlo y que no somos pocos  ¡Gracias a Dios! Aunque lo chabacano de tanto snob  y “pirujoso” barato  llame la atención y nos hagan temer por una transformación  de nuestra Semana Santa, posiblemente de “primer orden”,  en lo que se entendería como  una especie de  “Tomatina de cruces y velas”.

            Una vez más me emocioné al paso de Confalón viéndolo cruzar El Salón, se me olvidó hasta los dichosos palcos, solo lo veía a Él  y con ello le aclaro a Eugenio Benjumea, que en la retransmisión comentaba con Mº del Valle Pardal de no saber qué sentirían al otro lado de la pantalla quienes estuvieran, porque él tenía la piel de gallina. Sí amigo Eugenio, se transmite a través de las ondas no solo algo, sino un mucho de las emociones que tu sentías en aquel momento…  yo, exagerado que lo soy en sentimientos (soy un blandengues) solté alguna lágrima que otra, mientras comiéndome la pantalla no perdía “puntá” de lo que poníais. Con los ojos empañados y el pellizco cogido en la barriga terminé de ver el paso de la cofradía con su preciosa Esperanza y me quedé con la mía por verla el año que viene ahí por cualquier callecita.

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          En Sta. Cruz, La Sangre se lució en la salida,  sobre todo la Virgen que además iba de lo más elegante y bonita en adorno floral y el Cristo como de costumbre  por Puerta Palma y su barrio donde acostumbra a echar lo mejor y nunca defrauda. Yo no pude estar en mi ventana para verlo pasar al entrar por  Zamoranos como siempre y me tuve que conformar con unos pocos de vídeos que vi.

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          Se cruzó El silencio en Sta. Cruz con La Sangre e hizo su recorrido con la seriedad y paso que le caracteriza. Serio e imponente el Señor abrazado a la Cruz y la Virgen preciosa, como es Ella,  y bien arreglada de flores.

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          San Juan: por unos cuantos de lugares donde he podido ver imágenes y videos… bien como todos estos últimos años; no con aquellos arreglos florales de tiempo atrás y que tanto destacaba. Los costaleros siguen destacando por su forma especial de llevar tan armoniosamente los kilos, que no son pocos y los que alguna vez lo hemos probado sabemos de sobras y quien los lleva…   capataz serio y sin “pirujos”, como debe ser.

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           Sin Soga: seria y elegante como de costumbre; el Señor en su línea y la Virgen guapa, guapa,  bastante bien de flores y arreglada con mucho gusto y delicadeza, siempre preciosa…  este año más.  Me gusta esta hermandad como va, con pocos cambios y estridencias; en el paso por Carrera Oficial y algunas rinconcitos sueltos que vi,  la seriedad es lo que sobresale de su estación de penitencia. Humildad por antonomasia, mantenimiento de ello desde que salieron la primera vez; orgullo para los que siendo pobres, junto a ellos nos sentimos tratados con toda la dignidad. Algo tendrán que ver las personas que mantienen esta hermandad con tanto empeño.

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          La Merced: más o menos como siempre, bien; entró el Cristo por Carrera Oficial  haciendo un trabajo excelente, salvo excesos en vocerío de capataces; acompañado de una impresionante banda, sobre todo cornetas que para mí fueron de lo mejorcito de este año en este tipo de música. El recuerdo de los costaleros por fuera personalmente lo echo en falta, era otra de esas imágenes típicas de las que nos arrepentiremos algún día…  tanto meneo a las cosas, o no sabemos lo que queremos o no valoramos lo que hay… la Virgen, que solo por verle la carita ya se justifica el paso, bien dentro de lo normal, algunos años ha ido mejor de flores. La salida y la entrada digna de ver por las dificultades y que generalmente siempre queda en la retina alguna imagen para el recuerdo personal.

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          La Mortaja: pasó por Carrera oficial cumpliendo dignamente con su cometido, seriedad como siempre y buen paso;  no vi cosa especial que reseñar si exceptuamos la talla del paso mostrando ya sus formas y por tanto algo más agradable de ver en su estética. La salida preciosa, el color y el ambienta alrededor de la puerta… una estampa para artistas.

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          Entró por El Salón la hermandad de la Soledad con la expectación que siempre despierta, sobre todo por Ella, por la Virgen que de por sí, sola ocuparía el cortejo.

          La Urna del Santo Entierro, una joya, que después de la restauración sigue impoluta y de flores iba exquisitamente adornada.  Para la Virgen todos los piropos son pocos, incluido los ángeles y candelabros, más las flores…  lo mismo de todos los años, no por eso, siempre hay algo de sorpresa cuando el nivel es de esa altura.  La forma de llevarla…      algo caída de atrás que aún da más sensación de fatiga y “tira que llegamos”. La formación de “romanos” que  custodian la urna, bastante mejor y más completitos que años anteriores, aunque a mí personalmente esa forma de desfilar…

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           Terminaría la semana con la Hermandad del Resucitado y la Virgen de La Alegría: en general algo desaliñada la procesión, menos los niños junto a la Cruz de Guía que son el mejor exponente del Domingo de Resurrección y que ellos solos de por si son alegría y belleza.  El Señor normalito a su paso por el Salón y por demás lugares que lo vi. Buena escultura y buena talla en el paso (aunque a mí me gustaba más como lo llevaban antes)  algo flojito en flores.

          La Virgen adornada con unas flores preciosas y bien puestas, pero poco más, exceptuando su cara que bien atiende a su nombre y merece más. Llevándola con sufrimiento, salvo momentos que supongo la rabia y el orgullo de algunas de sus costaleras, haría mantener el tipo.  Hay cositas por arreglar replanteando las formas y mirando atrás de lo que son capaces.  Porque lo han hecho.

Montero Bermudo.

Pasado Semana Santa de 2.017

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