campiña ecijana

campiña ecijana

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Caredrático en juventud


Con más de sesenta…

         ¡Oiga señor!  ¡Siéntese!  Por favor,  siéntese aquí   - me dijo hace poco una muchacha de la edad de la mía, mientras venía del trabajo en el metro. Once horas largas rascando estuco, lijando y tragando polvo, sube y baja escaleras… terminas reventado; te lavas como los gatos y haces senderismo hasta el metro que anda lo más lejos que podía estar y cuando por fin llegas, te quedan escaleras e interminables  pasillos y más escaleras hasta donde te recogerá un vagón repleto de personal que como tú, vuelven sudorosos y apretujados  en unos trenes que a esas horas que llaman Punta, van casi como en Bangladesh. No,  no  gracias, ya mismo me bajo… - le contesté de la manera más agradable que pude -  la jactancia junto con cierta flaqueza en la hombría y que como una “mentira por amor” a uno mismo no disimulan siquiera una evidencia, pero que si descubren a todas luces las miserias del ego. Yo iba hasta el final y me quedaba casi todo el recorrido.  

          Me sorprendió, aunque no es la primera vez y seguro que aquella educada muchacha  me notaría en la expresión del semblante  la “trilla” del día, pero a mí me sirvió como revulsivo y un impulso animoso desde lo más hondo me sacó buena parte de esa juventud que aún no he gastado…  se me quitó sin pretenderlo cualquier atisbo de cansancio y bien erguido se me tensaron los músculos de todo el cuerpo y a través de un instintivo e inconsciente arrebato interior, entre una mezcla de agradecimiento y orgullo, de forma imaginaria me ofrecí  a los muchos pasajeros allí de pie por si fallaba la barra metálica y preferían agarrarse a mis brazos…  ¡yo soy otro más!  – Me dije a mí mismo -  esto no se ha terminado…  ni – mu – cho – me - nos.            

           La educación y los bonitos modales de aquella chica, en contraste con la poca valía de mi mentira, son de agradecer y satisface en cierta manera encontrarse con estos detalles cuando ya el civismo, en buena medida, ha dejado de ser moda, no se lleva. No por eso, en el fondo un poquillo me tocó la moral, porque yo, que soy como los búhos y me fijo en todo cuanto me rodea, veo a la mayoría de gente que viene en el metro a esas horas de la noche, con caras de cansados, como podrían ver en la mía y uno sin pensar mucho, mira con disimulo alrededor y se pregunta  ¿Yo tengo peor cara o semblante que ese o aquel? Y te queda la duda o la intriga pensando en la diferencia que aquella chica pudo ver entre el cansancio mío, que lo traía y el de la mayoría, que yo también  observaba.

          Hay algo que me cuesta aceptar, aunque posiblemente  en parte no este acertado, pero si no dice uno las cosas tal como las ve o las siente, parece que de por hecho aquello que los demás opinen y no siempre han de tener  la razón los otros…   la tendrán o no la tendrán. Me  siento y me veo joven: dispuesto, ilusionado, correoso, con enormes ganas de dar comienzo al “proyecto de mi vida”, hago y deshago cuanto sea  normal de hacer en el trabajo,  en lo cotidiano y en general  no dependo de nadie, resuelvo mis cosas como cualquiera, unas mejor y otras peor y si me apuran…  ya quisieran algunos de los que me rodean con menos años.

          Tuve una crianza, algo dura, el periodo de la niñez prácticamente me lo perdí y siempre me vi junto a los mayores buscándome la vida, cuando no solo. Me acostumbré a autoabastecerme y a colaborar con mis posibilidades a una escasa economía familiar, a veces, por debajo de mínimos, ello me dio una madurez anticipada y cierta “cojera” en la vida. Más en conjunto me ofrecería una “formación” de resistencia y la costumbre sería el hábito con el que me mantengo a pie de obra, presto y dispuesto a lo que venga. Así que ando entrenado y la puesta a punto en estado de revista, no me asusta la dureza ni aspereza del trabajo, al contrario, lo que me hunde la moral es estar inactivo. Mi sueño por realizar sigue a la espera del pistoletazo de salida y la fe en el inicio y desarrollo de todo cuanto queda previsto es inmaculada, soy “catedrático de juventud” y lo avalan mis más de sesenta años.

Montero Bermudo.

S. Juan Despí, en vísperas de los sesenta y cuatro. 2.016 

      

No hay comentarios:

Publicar un comentario