campiña ecijana

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sábado, 10 de septiembre de 2016

Hay cosas peores que la calor


Las últimas boqueadas del verano


          Parece ser que el verano da una tregua, hoy se nota algo de brisa y más fresca  que estos días atrás y que además de  escasear, era cálida. Todo ello más la humedad que es alta por esta zona de España, nos ha hecho pasar unos cuantos días de agobio veraniego. No por eso, queda el veranillo del membrillo que nos dará todavía algunos momentos, de peregrinar al “frigo” por la botella del agua; pero  el verano está listo.

       Como todos los días  de los últimos cuatro años y pico, sin faltar, esta tarde salí con mi Lola de paseo y con el poquito de cambio de las temperaturas, íbamos como más animados; ella que se resguarda del sol y le huye como si fuera albina, no hacía carreritas de una sombra a otra como de costumbre y lo aceptaba. Hemos podido recrearnos mirando cositas del campo y  mientras yo me hacia el despistado ha   comido  algunas yemitas verdes, yo no, y olisqueado algunas flores, esto los dos. Al borde del camino, además de las cañas,  unos pocos de árboles variados y un montón de arbustos de muchas clases, hay una especie de padrón en un tramo que por toda la orilla lo pueblan enormes “Sampedros” y estos, que están en su momento, perfuman el recorrido mientras andamos cerca. Antes los habían de varios colores: amarillos, blancos con pintas, rosa violáceos con mechas blancas, anaranjados  y rojos algo claro; ahora son todos de color rosa casi rojos y esto no sé por qué será, los unos han podido con los otros y yo que soy muy curioso lo preguntaré a un amigo jardinero que tengo, porque hace tiempo que me di cuenta y quiero saber.

         Hay unas cuantas de higueras repartidas a lo largo del recorrido y sobre todo  una, supongo que sería por la dirección del poquito de aire, nos empapó de su perfume dejándonos las pituitarias o mucosas nasales impregnadas de su característico olor…  me acordaba por momentos, mientras merodeaba alrededor, de algunas veces que estuve por: Bodonal, Fregenal, Jerez de los Caballeros o Zafra y las había bien grandes y hermosas con estos olores.

       Ahí en ese punto estábamos, entretenidos mirando y disfrutando de la fragancia que emanaban de la higuera, los “Sampedros” y el jazmín del viejo muro colindante a donde nos encontrábamos, contándole a mi perrita las acostumbradas pamplinas  mías y que ella, como ya me conoce, hace gestos y me sigue a su manera, porque es listísima y me da la coba. No nos dimos cuenta y de pronto se acercaron camino abajo un grupo de cuatro o cinco, de estos “modernos” senderistas de ahora con bambas,  que salen a diario a tomar contacto con la naturaleza.  

         Pararon la conversación…     ¡Buenas tardes!    – Dijeron a nuestra altura -  ¡Hola!  - Les contesté -  y mi Lola resopló por no ladrar.

          Llegaron hablando de futbol y con ello siguieron camino abajo…   ¡Qué lástima Lola!  Hasta el olor  de la higuera se ha cortado ¡Vámonos! Rompieron con su presencia el encanto, el hechizo y la magia del momento; con lo a gustito y distraído que andábamos nosotros envueltos en el embrujo de esa tranquilidad, con nuestros pensamientos elevados a la belleza de esa poquita naturaleza que podemos disfrutar y aparecen con el contagioso, empalagoso y más que pesado temita del futbol de los coj… 

         Hasta la perra quedó cortada y salimos los dos ligeritos camino arriba, con muy mala uva yo y ella algo extrañada del parón en nuestro juego. ¿Sabrán o les importará a alguien, la pesadez que representa para muchos el tener que escuchar las veinticuatro horas del día, la simpleza del tema en cuestión? Sin respetar hora o lugar; se levantan y se acuestan así…    ¡Qué pena de sociedad!

Montero Bermudo.

S. Juan Despi, al final de la calor del 2.016

 

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