campiña ecijana

campiña ecijana

sábado, 2 de julio de 2016

¿Quien ha dicho que no te quiero?


Écija, Bella Durmiente.

          ¡Hasta mañana! Dijiste aquel  día que terminó por   llamarse  tu Siglo de Oro y que en definitiva, sería  tu adiós de buenas noches. Quedó suspendida la historia   astigitana desde aquel  entonces y del sueño que dio comienzo esperamos tu despertar. Se hace eterno este desvelo, que  salvo leves sacudidas de ensoñaciones o pesadillas, todo quedó lejos, muy lejos; y ahí dormida y postergada manque lo nieguen los “ciegos de realidades” permaneces.

¡Ay!  Si algún día te incorporas  ¿Qué serás?

 Écija dormida, niña mimada en la eternidad,

Oler a Ti perennemente es un sueño… mi porfía.

El valle encauzado que  trae la brisa de la serranía,

Por donde bajan las aguas que del Mulhacén lloran,

Contagio de amores perdidos, resuello restringido… morerías.

Hálito de vida que no está perdida

Penas profundas de hijos idos

Tesoro guardado en corazones heridos,

Espada en lo alto del que de verdad te quiere

Y no teme nunca ser más herido… no se puede.

          Robados besos que me pertenecen, por bribones  blasfemos que te nombran en vano y falsamente se estremecen. 

¡Valientes granujas! 

Embusteros, hipócritas y farsantes;  fantasmas, troleros y gerifaltes, que usando del gentilicio echan el pecho adelante nombrándote como suya;  no tienen bastante con vivirte y haciendo siempre “de las suyas”, más lo que les sale de las narices, cuando en el fondo de su torpeza, lo que temen es que  despiertes…  ignorantes.

          Sonidos de bronce que brotan de minaretes y se esparcen al  viento,   campanas con sentimientos, fundida música en el éter que sobre el caserío reparten pétalos. Calando sobre rincones, barreras, callejas y plazuelas; dulces melodías las que suenan. Embrujo y poesía, esperanza de viejos amoríos que se renuevan por días y tocando a rebato  para que te incorpores, se pasan la vida… ¡Despierta Écija! Que  vienen a verte.

          Cigüeñas junto a veletas entre: espigas, amapolas, ganado por la dehesa, palomas que vuelan solas, en la campiña trigales; niñas y niños que juegan al trompo y a las  bolas… todos iguales; mocitas y mocitos, que en sueños de juventud, viven y se enamoran de un futuro  de promesas…  son  señales.

Montero Bermudo.   

Víspera de Santo Tomás, 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario