Écija, Bella
Durmiente.
¡Hasta mañana! Dijiste aquel día que terminó por llamarse tu Siglo de Oro y que en definitiva, sería tu adiós de buenas noches. Quedó suspendida la
historia astigitana desde aquel entonces y del sueño que dio comienzo esperamos
tu despertar. Se hace eterno este desvelo, que salvo leves sacudidas de ensoñaciones o
pesadillas, todo quedó lejos, muy lejos; y ahí dormida y postergada manque lo
nieguen los “ciegos de realidades” permaneces.
¡Ay! Si algún día te incorporas ¿Qué serás?
Écija dormida, niña mimada en la eternidad,
Oler a Ti
perennemente es un sueño… mi porfía.
El valle
encauzado que trae la brisa de la
serranía,
Por donde bajan
las aguas que del Mulhacén lloran,
Contagio de
amores perdidos, resuello restringido… morerías.
Hálito de vida
que no está perdida
Penas profundas
de hijos idos
Tesoro guardado
en corazones heridos,
Espada en lo alto
del que de verdad te quiere
Y no teme nunca
ser más herido… no se puede.
Robados besos que me pertenecen, por
bribones blasfemos que te nombran en
vano y falsamente se estremecen.
¡Valientes
granujas!
Embusteros, hipócritas
y farsantes; fantasmas, troleros y gerifaltes,
que usando del gentilicio echan el pecho adelante nombrándote como suya; no tienen bastante con vivirte y haciendo
siempre “de las suyas”, más lo que les sale de las narices, cuando en el fondo
de su torpeza, lo que temen es que despiertes… ignorantes.
Sonidos de bronce que brotan de
minaretes y se esparcen al viento, campanas con sentimientos, fundida música en
el éter que sobre el caserío reparten pétalos. Calando sobre rincones,
barreras, callejas y plazuelas; dulces melodías las que suenan. Embrujo y
poesía, esperanza de viejos amoríos que se renuevan por días y tocando a rebato
para que te incorpores, se pasan la vida…
¡Despierta Écija! Que vienen a verte.
Cigüeñas junto a veletas entre:
espigas, amapolas, ganado por la dehesa, palomas que vuelan solas, en la
campiña trigales; niñas y niños que juegan al trompo y a las bolas… todos iguales; mocitas y mocitos, que
en sueños de juventud, viven y se enamoran de un futuro de promesas…
son señales.
Montero
Bermudo.
Víspera
de Santo Tomás, 2016.
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