campiña ecijana

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domingo, 12 de junio de 2016

Recuerdos de Arnedo (3)


Arnedo en el recuerdo (3)

          Llegué al amanecer como tiempo atrás cuando fui por primera vez, iba cargado de cuadros, marcos…  solo y en el coche de mi padre, un Renault 12 familiar. No recuerdo ahora por qué no fui con el mío… quizás por espacio. Ya conocía el terreno, coloqué el vehículo en lugar apropiado y me fui a tomar café, era tempranito pero ya había alguno que otro deambulando de aquí para allá; empezaban las fiestas y las peñas preparaban desayunos, reuniones, ensayos…  ¡Qué sé yo!   y se notaba en el ambiente.

          Había dejado parte del material allí en Arnedo, pero llevaba unos pocos que me traje para enmarcar, darles un repasito y algo de barniz, más unos apuntes de desnudos a la cera de los que por aquellas fechas venía haciendo en el Circulo Artístico de S. Lluc, de donde era socio y asiduo asistente, con ello completaría un poquito la sala y aportaba algo de variedad  al conjunto.

          Me ayudaron Julio y el padre de Elvira, un buen hombre, muy atento, callado y servicial del que guardo gratos recuerdos y aquello se montó enseguida y sin dificultad. Julio me había hecho un pequeño catálogo o prospecto con un poco de reseña que le mandé por correo y que lo subvencionó la Caja de Ahorros de Zaragoza, era poquita cosa y sin pretensiones…  por poner algo, más una lista de precios en un portafolios bien presentadito. Bien estaba, yo no pretendía mucho.

          La exposición sería la última semana  de Septiembre y estaría abierta de   11 a  2  y 7 a 9.  Hasta la hora de abrir vería los encierros, típicos de estas fiestas y en los que me reí como nunca viendo a muchísima juventud y no pocos mayores delante de las vacas. En general había muy buen ambiente por el pueblo y se escuchaba música de charangas que en las peñas  (habían varias)  tocaban pasodobles y temas típicos de estos acontecimientos; por la sala a ver los cuadros pasaron todos los amigos y buena parte de sus familias, los de las huertecitas de los alrededores de La Casa del Cura y mucha gente desconocida para mí. El resultado fue bueno en todos los aspectos, vendí unos poco y regale algunos también, la mujer del alcalde me encargó que le pintara la Virgen de Vico, Patrona de Arnedo, dos veces, lo que le realizaría en Barcelona y luego se la llevé; algunos me pidieron que volviera con cosas pintadas que me comprarían, pero la distancia y las complicaciones con el trabajo me lo puso algo complicado y quedó pendiente.

          Si por las mañana el pueblo estaba animado desde bien pronto, después del almuerzo a medio día aún se animaba más; por la calle principal subían la gente de las peñas con sus bandas de música tocando camino de la Plaza de toros;  pasacalles, pasodobles y canciones populares interpretadas con alegría…  botas de vino y ¡vivas! Al aire, cánticos y risas, palmas y  ¡oles!  Que surgían de aquella muchedumbre  desembarazada, sin tapujos y en fiestas que disfrutaban de lo suyo  y nos lo hacían bonito a transeúntes, viajeros o “turistas”  como yo.

          Pude asistir una tarde a la Plaza, ya que el padre de Elvira me relevó y aquello fue indescriptible, si bien es verdad, no era el ambiente de S. Isidro en Madrid o La Maestranza de Sevilla, ni el desmadre de lo que se ha convertido S. Fermín, era otra cosa…  pero de un contagio festivo y taurino-popular del que yo no tenía conocimiento. Aquella tarde en la presidencia de la Plaza recuerdo vestida de negro a Mariví Romero, conocida periodista taurina que además llevó un tiempo programas de toros en TV;   el “Zapato de Oro”, trofeo muy cotizado en la época por los novilleros, según he mirado en mis papeles  (de memoria esto no lo recordaba)  lo ganó  Luis Miguel Campano. Terminado el festejo, muchos se iban al Hotel donde había tertulias y charlas de aficionados y los toreros…  muy bonito  aquel ambiente y sobre todo para el que le han gustado siempre los toros como a mí. Y eso que últimamente he tenido que escuchar dirigidas a mí y a todos los que nos gusta esta fiesta: asesino, retrógrado, cateto, antiguo, inculto,  insensible…   y muchas “perlas” más de bocas ignorantes que hablan como loros, lo que de otros escuchan, pero que no comprenden.

          Cuando terminé con mi cometido, recogí lo que quedó después del reparto y me marché camino de Soria. Quería aprovechar el retorno aunque fuese dando un rodeo y pasarme por Tejado, un pueblecito cercano a Almazán donde tenía  un amigo que era el cura del pueblo y de otras aldeas alrededor. D. Florentino, con el que hice amistad en una de sus estancias en Barcelona  (Él tenía familia por aquí)  y con el que estuve en Paris en un viaje junto con otros amigos aficionados también a la pintura. Se alegró de verme y me invitó a café con leche y tarta, pues estaba de celebración de cumpleaños de una muchacha hija de la casa donde paraba (Él no pagó claro, los curas…) luego marchamos  a su casa, la que tenía en obras  e iba arreglando a capricho y sin prisas, allí me enseñó una colección impresionante de fotos y libros de arte, más un montón de fósiles que iba recogiendo (todo el que encontraba algo por los alrededores se lo traía).  Volvería por Tejado alguna vez más a visitarlo, pero andaba haciendo ejercicios espirituales en el Burgo de Osma y no nos hemos visto desde entonces; supongo que se habrá jubilado, porque era algo mayor que yo

          Por Arnedo hace ya muchos años que no voy, la última vez seria con mi esposa de retorno de un viaje por tierras de Castilla y desde Soria por Numancia me llegaría a visitarlo, pero estas dos últimas ocasiones que paré en Calahorra a comer de paso para Galicia   (“…paramos a comer sobre  las dos y algo cerca de Calahorra, frente al cruce de la  carretera que va a Arnedo ¡Ay Arnedo!  Y “La Huerta del Cura”, Autol, Arnedillo, Munilla, el abandonado Turruncún…  hermosa tierra riojana  que tantos y buenos recuerdos me trae, porque ahí pasé una buena temporada pintando y guardo el mejor recuerdo que pueda guardarse de gente maravillosa, que me trataron como no es normal, aunque debería serlo, pero el mundo está hecho así; por esas tierras andan algunos amigos que hice, otros quizás ya no estarán porque eran mayores y unos cuantos de cuadros de los que pinté y que quedaron repartidos… “)   me han hecho recordar todas aquellas vivencias, las que del todo, ni mucho menos, tenía  olvidadas.

Montero Bermudo,  Junio de 2.016

 

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