De aquel “Pregón”.
Cuando próximos los días de una nueva
Semana Santa y emplazada la memoria en el tiempo transcurrido de otra que se
nos fue… casi sin darnos cuenta, un año, 365 días de
prisas, corriendo y sin pretenderlo, pero el tiempo lleva su ritmo y no hay
quien lo pare.
No fue un salto al vacío y sin red,
aunque fuese lo más parecido, eso sí, en cierta manera un atrevimiento y quizás hasta algo de osadía y arrojo hubo en
ello, era de esperar por tanto cualquier descalabro
o cuando menos roces y arañazos de todo tipo. Valdría la pena pasar el “aprieto”, estos riesgos son necesarios para formarse en lo que a uno le
gusta (para coger peces hay que mojarse
el culo) un experimento o puesta en escena y nunca mejor dicho, de todo cuanto uno había llegado a recopilar
en este mundillo y que serviría al mismo tiempo de examen o control para tomar
nota de por dónde se va, haciendo patente (esto siempre es así) de cuan falto andamos
siempre. Tu propio espejo te lo diría a la cara.
Experiencia grande e instructiva que
habría de servir de mucho y por tanto no se debía de dejar pasar la ocasión, costase
lo que costase el peaje, así que ese “salto por el precipicio” tenía su pro y sus
contras, pero sería imprescindible para
el que busca y desea superarse.
Aportó datos de los que tomé buena
nota, fue una suma y sigue recuperando
de la memoria cosillas que no deben de olvidarse, pues bien indican desde
cuándo y cuánto le pertenece a uno todo esto, un bocado agridulce y
esclarecedor en el que el resultado
sería positivo hasta en la parte que podría asignarse a lo negativo, todo
enseña.
La incapacidad de hacerlo bien quedó
demostrada, lo que para mí no fue ninguna sorpresa, bien es verdad que
circunstancias ajena a mi voluntad me privaron de estar en condiciones normales
y sin pecar de pedante, algo mejor estaba seguro que lo haría, pero ya no hay
vuelta atrás y a lo hecho… si fue algo
de sorpresa sentirme olvidado o abandonado por muchos de los que dicen me
quieren, lo dudo desde aquel momento, pues ni siquiera se dignaron disculparse
y si alguno lo hizo fue peor el remedio que la enfermedad; se retrataron y con
su comportamiento me aclararon muchas cosas. Bienvenido el dolor si con ello se
aprende y ve con quien se “juega uno los cuartos”; no dieron la talla por
incapacidad o porque en realidad, esa es la que tienen.
Hubo otra parte “minoritaria en cantidad” pero que hizo la
suplencia a una altura que tapó todo lo ingrato de tal forma, que de la
sorpresa aún a estas alturas no he salido, si bien todavía me asombro más solo
en recordarlo. Queda en algo tan íntimo que hasta vergüenza me causa apuntar
aquí, no lo haré, eso queda en mí y en esas personas de las que andaré
agradecido por siempre.
Quedé algo satisfecho en ver cuánto
les recordé a algunos un pasado, unas vivencias y un mundo que se nos fue, pero
que ahí en la mente de los que nos tocó vivir aquellos años cincuenta, sesenta…
está; enternecedoras lágrimas de otros
que me contagiaron, caras sorpresivas y satisfecha de quien ni esperaba y un
aplauso intenso del que su eco resuena dentro de mí, por especial y porque uno
no anda acostumbrado a estas cosas.
Montero
Bermudo.
Casi en
Semana Santa de 2.016
No hay comentarios:
Publicar un comentario