campiña ecijana

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sábado, 20 de febrero de 2016

Ese bello rinconcito de Sta. Bárbara


     De aquel “Pregón”.


        

          Cuando próximos los días de una nueva Semana Santa y emplazada la memoria en el tiempo transcurrido de otra que se nos fue…     casi sin darnos cuenta, un año, 365 días de prisas, corriendo y sin pretenderlo, pero el tiempo lleva su ritmo y no hay quien lo pare.    

          No fue un salto al vacío y sin red, aunque fuese lo más parecido, eso sí, en cierta manera un atrevimiento y  quizás hasta algo de osadía y arrojo hubo en ello,   era de esperar por tanto cualquier descalabro o cuando menos roces y arañazos de todo tipo. Valdría la pena  pasar el “aprieto”, estos riesgos son  necesarios para formarse en lo que a uno le gusta  (para coger peces hay que mojarse el culo) un experimento o puesta en escena y nunca mejor dicho,  de todo cuanto uno había llegado a recopilar en este mundillo y que serviría al mismo tiempo de examen o control para tomar nota de por dónde se va, haciendo patente  (esto siempre es así) de cuan falto andamos siempre. Tu propio espejo te lo diría a la cara.  

           Experiencia grande e instructiva que habría de servir de mucho y por tanto no se debía de dejar pasar la ocasión, costase lo que costase el peaje, así que  ese  “salto por el precipicio” tenía su pro y sus contras, pero sería  imprescindible para el que busca y desea superarse.

         Aportó datos de los que tomé buena nota, fue una suma y sigue  recuperando de la memoria cosillas que no deben de olvidarse, pues bien indican desde cuándo y cuánto le pertenece a uno todo esto, un bocado agridulce y esclarecedor  en el que el resultado sería positivo hasta en la parte que podría asignarse a lo negativo, todo enseña.

        La incapacidad de hacerlo bien quedó demostrada, lo que para mí no fue ninguna sorpresa, bien es verdad que circunstancias ajena a mi voluntad me privaron de estar en condiciones normales y sin pecar de pedante, algo mejor estaba seguro que lo haría, pero ya no hay vuelta atrás y a lo hecho…  si fue algo de sorpresa sentirme olvidado o abandonado por muchos de los que dicen me quieren, lo dudo desde aquel momento, pues ni siquiera se dignaron disculparse y si alguno lo hizo fue peor el remedio que la enfermedad; se retrataron y con su comportamiento me aclararon muchas cosas. Bienvenido el dolor si con ello se aprende y ve con quien se “juega uno los cuartos”; no dieron la talla por incapacidad o porque en realidad, esa es la que tienen.

        Hubo otra parte  “minoritaria en cantidad” pero que hizo la suplencia a una altura que tapó todo lo ingrato de tal forma, que de la sorpresa aún a estas alturas no he salido, si bien todavía me asombro más solo en recordarlo. Queda en algo tan íntimo que hasta vergüenza me causa apuntar aquí, no lo haré, eso queda en mí y en esas personas de las que andaré agradecido por siempre.

         Quedé algo satisfecho en ver cuánto les recordé a algunos un pasado, unas vivencias y un mundo que se nos fue, pero que ahí en la mente de los que nos tocó vivir aquellos años cincuenta, sesenta…  está; enternecedoras lágrimas de otros que me contagiaron, caras sorpresivas y satisfecha de quien ni esperaba y un aplauso intenso del que su eco resuena dentro de mí, por especial y porque uno no anda acostumbrado a estas cosas. 

Montero Bermudo.

Casi en Semana Santa de 2.016

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