campiña ecijana

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miércoles, 7 de octubre de 2015

"Rosarillo la de Gaspar"


Hoy era su día, Rosario se llamó.

         No hay día en el mundo que no piense en ella, pero hoy…    hoy la he llevado como único rumbo, solo ella ha sido quien con sus muchos recuerdos ha llenado mi alma y mi pensamiento. Lo cotidiano, lo rutinario, todo aquello que uno labora o en lo que se aplica desde que echa pie a tierra al despertar, salió de forma mecánica y como un autómata fui gestionando lo  material que la vida requiere a diario y hasta algo más, pero en mi “campo de visión espiritual” solo la veía a ella.

          Hoy era su día y aunque hace tanto que ya no lo celebramos juntos, me sigo acordando como si el espacio entre el ayer y el hoy no hubiese existido o se hubiese quedado escondido en la alhacena  o en  cualquier otro rincón de la cocina  y que junto a la pila de lavar,  la mesa de la plancha o la sillita de la costura que era donde siempre andaba, se le paso su corta vida. Ahí la cabeza me la juega, me hace un quiebro para que no vea la distancia del mismo, pero  la realidad, por mucho que me duela y los sentimientos no me permitan verla, es que voló.

           Cayó en sábado aquella última onomástica en que pasamos juntos un buen rato y aunque ya estaba independizado, aun hacía poco y no me hallaba sin pasar por donde considera todavía mi casa y como siempre la felicité, estaba contenta de vernos a todos…  besos de unos y de otros junto con algunas flores de mis hermanas (hay cosas que las mujeres aprenden antes) formaron su compañía aquella última vez, que para colmo de todas las penas fue la víspera de su marcha.

          Se despediría con una sonrisa de sus nueve vástagos horas antes sin saberlo y esa felicitación sería el adiós entre ella y sus hijos, pero nunca el olvido tapará su recuerdo para ninguno de los que atrás dejó.

Felicidades pues, a “Rosarillo la de Gaspar” que fue mi madre.

Octubre, día 7 del 2.015.

Montero Bermudo.

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