campiña ecijana

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jueves, 1 de octubre de 2015

ÉCIJA en la memoria


 Écija
(52 años en la memoria)

           Écija de amor y fuego,  florecimiento en una tierra  donde el sol le pertenece lo mismito que unos  fueros. Sembrados de amapolas sobre trigales verdes  donde la brisa colabora y al son de sus vaivenes se van formando  olas hasta que la vista se pierde. Primavera de una alfombras con mil colores, de azahar, hierbabuena y  miel, de  limones y naranjos perfumados; jazmines hasta el filo de  los  tejados, sobre sus tejas… jaramagos. Majoletas, cardos y collejas por los padrones; margaritas, malvas y violetas… mastrantos y berros por los arroyos y entre media un agua cristalina que serpenteando el territorio de ese “Eden” privilegiado, va regando con fruición el jardín de enamorados que es la Astigi de los sueños de romanos, moros y cristianos.

          Tierras   donde la flora,  la fauna y aquel inquilino afortunado  que tenga en su suelo la dicha de morar,  firmen ahí   finiquitar, hasta con los ojos vendados.  Desconchones por encalar en  tapiales y tejados, gorriones en caballetes, palomos y cigarrones que jugando al escondite ocultos en canalones esperan una vía libre, un escape o el desquite;   esquinas con restregones y desgastado el empedrado, perros sueltos en callejones, por barreras y en almorrones…   por los zócalos de las calles:  niños rozando su  triquitraque.

         Cigüeñas en espadañas, torres o minaretes; aguilillas entre campanas, culebrillas y roedores en caídas precipitadas  al toque de la matraca;  vencejos y golondrinas a todo gas por las esquinas espulgan mosquitos perdidos y con los brazos caídos…  hacen colas muchos parados…   ¡Ay!  Cuánta  cola en el desamparo.

 

             Écija de incienso y cera, de tambores y cornetas, de “Cristos” y Vírgenes con Palios y de mucha gente que reza; de curitas recién llegados  con las dos manos abiertas trayendo   las mismas historias y que siempre tiran a viejas; de monjitas en clausura y misterios tras las rejas; de mucho vivo con orgullo que siguen dando palos a ciegas,  como si todo fuera suyo, como si les perteneciera y mientras la soberbia les corroe  altaneros y engreídos, van camino de un destino  orgullosos los cretinos, ciegos y sin darse cuenta de que aquel al que saluda ya viene más que de vueltas. De miradas cautivas a través de hermosas rejas, de macetas llenas de flores   de amor y de creencias y de siglos a montoncitos que  sentimientos aglomeran; de fe,  tradición,  costumbres y de grandezas, mucha  grandeza.

          Écija de amores perdidos de corazones rotos y de llantos de muchos hijos; de  tantos como  se fueron y de cientos que volverán, de nidos abandonados; de niños jugando al trompo, de niñas con labios pintados, de mocitos y mocitas y de viejos arrinconados que narrando sus historias tienen los días contados; dándo vueltas a la noria mientras van sacando del olvido todo aquello de la memoria, aunque  el alma falte a la cita, porque en los tiempos que vivimos nadie quiere ni participa del dolor, el abandono ni las miserias que a base de llanto se quitan…  de congoja y no pocas cuitas.

           Écija de ricachones de señoritos y sinvergüenzas de los que no te quisieron nunca y te  trataron como una mierda, de los que no tienen consciencia, de los que siempre confundidos pensaron que aquello era: simplemente  sus dominios, su cortijo y su despensa.

          ¡Qué pena de tierra mía! Con lo que Dios te diera y que lejos de tu sol, de tu luz  y de tu tierra, que se tengan que morir hijos tuyos en otras guerras, sin querer matar a nadie y sin otra causa que les tenga, que soñar con lo que es suyo y que se comen muchos “perlas”.           

         Pero llegaran tiempos distintos, seguro que estos llegan,  donde todo se componga, donde todos sitio tengan, donde todo el que la quiera pueda morar hasta el infinito, quitando de un puntapié o un tortazo en el hocico, a toda esta caterva que mirándose el ombligo, la tiene encorsetada y postrada en la miseria.

Montero Bermudo.

Septiembre de 2.015…   52 años de un desahucio.

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