El amor y la sangre que tanto tira.
Como esa vieja noria que afanosa y de manera incansable va regando tierras para hacerla más
fecunda, los cangilones de la memoria van rastreando el arenoso fondo de ese
rio que son los tiempos vividos y en su devenir, de vez en cuando saca pecios
perdidos de la consciencia y que forman buena parte de la historia
particular de cada uno y aunque
nunca fueran olvidadas, sí que es verdad que la desidia de lo cotidiano hace lo
suyo en esta sociedad donde las prisas, los compromisos o el mucho abarcar hace lo
propio y que no es otro que lo de dejar la obra inacabada.
Una
enorme alegría y satisfacción que me aportara últimamente el descubrimiento de
lo casi dado por perdido, me pone “las pilas”
ofreciéndome el ánimo que tan bien recibido es y que me cita con ello a
la aplicación y puesta en marcha de nuevas aventuras y proyectos. Malos trances
en la vida dejaron en blanco muchos momentos hoy difícil de recuperar, pero nunca
es tarde y serán restañadas heridas que el tiempo repartió sin miramientos.
El amor y la
sangre que tanto tira, es evidente que da la cara cuando el momento ofrece encuentros
de corazones bien avenidos. Un deseo grande de verme de nuevo contigo me hace
el tiempo interminable; los días que restan para vernos y espero que no sean
muchos, los viviré pensando en nuestras historias vividas, algo apartadas e
incluso perdidas las de los últimos años, pero nuestras y con derecho a
confrontarlas y revivirlas. Los recuerdos de cuando chico afloran en mí cuando
te nombro, eras algo especial, muy cariñoso y moderado y en tus modales
rebosaba la nobleza por doquier, más una buena educación de la que también eras
portador, hacían grato cualquier encuentro.
Yo siempre
fui bastante de lo que soy, más, agregando la pátina que el tiempo vivido deja
en cada uno y la erosión que con su trabajo constante también deja huellas o te
las quita y te va modelando a través de los años, el resultado es lo que ves. Soy
bien poco, pero creo lo suficiente para merecer y compartir aquello que la vida
me depare junto a los míos. Y entre esos míos, cuentas tú Ramón ¿Cómo no?
Montero Bermudo.
S. Juan Despi, Agosto de 2.015
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