Aquello
fue una Romería.
La vi partir y absorbido por ese
enorme imán que me condicionaba y tiraba
de mí, me fui tras ella, un enorme gentío la acompañaba no iba sola; mujeres y
hombres jóvenes en su mayoría, niños y niñas
junto a algún resignado y cabizbajo viejecito seguían
la estela de aquella “Figura de
gris marengo” la que entre olivares se
perdería dejando atrás cunas mermadas y hasta vacías que nunca más serían
repuestas.
Animadas conversaciones, risas
nerviosas y a carcajadas; melancolía, caras serias ahítas por la inquietud y la
zozobra. De entre la muchedumbre surgió algún canto en alabanza que
entre-mezclado de algún suspiro, cerraba en llanto aquella coral que como
himno haría de fondo y acompañamiento en
un viaje a ninguna parte.
Romería de la amargura y de la esperanza que en muchos lances serían
frustradas. Al final, se volcaría la balanza del lado del desengaño, para buena parte
de aquella comitiva con toda su mala leche y nos dejó a un montón en ese limbo del desconsuelo. Terreno de nadie
y marginal donde con desdén te mira el que levantó vuelos, porque no hay
escrúpulos en quien aislado en su
“triunfó”, vive con miedo a que su
vergüenza puesta al descubierto, le
pregunte quién es él.
Se abrirían caminos a horizontes
nuevos y los posibles cambios traerían
consigo nuevas propuestas, más el destino que junto a la mala suerte mantuvo a
raya a los inadaptados, hizo lo
suyo a la chita callando y lentamente
iría consumiendo cualquier posibilidad
de encontrar la tierra prometida.
Lejos ya del punto de partida y harto imposible recomponer más de medio
siglo de una vida rota, aquí andamos esos “algunos” machacando con el recuerdo y aunque no es muy recomendable perder el tiempo en lamer las heridas, se sigue pensando del porqué de esa incapacidad que no
permite huir definitivamente de esa “Romería” encabezada por la misteriosa “Figura gris marengo” y que no es otra que la
pena.
¡¡Vamos a ver si es posible!! Nunca es tarde.
Montero Bermudo.
S. Juan Despi, agosto de 2.015.
Casi a punto de cumplirse cincuenta y dos
años de aquella partida o Romería.
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