campiña ecijana

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jueves, 23 de julio de 2015

El Sol es un guasón


        ¡¡Qué diíta de caló!!

 

             Sentado al final del paisaje  sobre lomos del último cerro y echando  “la jhumaíta”  como dicen en mi pueblo: en todos los trabajos se fuma;  allí muerto de risa y viendo cómo nos dejaba después de un día bien, pero bien apretadito de calores.

          Ahora, al final de la jornada sacando el pescuezo a través de ventanas y balcones  y el que no, como yo, tirado por la calle saludando muy efusivo a todo el que te encuentras lo mismo que si volvieras de un tiempo perdido y no pudiendo contener la alegría o satisfacción por  haberlo superado o como aquel que busca calle arriba y abajo algo sin saber qué  o va de compras ligerito y tarde a sabiendas de que no lleva ni dineros. Como digo, con una sonrisita maliciosa y traviesa  nos andaba esperando.

          Habíamos salido mi Lola y yo a dar el último paseíto del día, una vez pasado los sofocos y hasta la asfixia de una jornada de aúpa   y que en este mes de julio parece que van a ser históricas.

           Camino adelante resguardándonos de los últimos fogonazos, ya algo débiles por la hora  y a la sombra estiradísima  que sobre nosotros proyectaba el cañaveral que bordea  la senda por donde a diario damos nuestros garbeos, aparecimos por los arrabales junto a los huertos que limitan la población entre la autopista y el río   ¡Míralo Lola!   ¡Ahí está!  – le dije a mi perrita -  Como decía la canción “viendo pasar el tiempo”;   cuatro brinzas de nubes al retortero se aliaban con Él y rodeado de una bruma de naranjas casi en zumo y de unos malvas algo calientes y tropicales aún sonreía un Sol con mayúsculas  ¡¡Qué tío!!  ¡La que has liado hoy! Treinta y no sé cuántos, más la humedad…  este verano te has propuesto freírnos y eso por aquí casi en el norte ¿Qué será por Écija? Dios mío qué pechá caló, tú te has propuesto derretirnos y al paso que vamos  ¿Qué harás en agosto? Afloja algo que somos de carne y hueso…  mientras hablaba le iba echando miraditas con el rabillo del ojo y cogía unas florecillas del jazmín que voltea un viejo muro de piedras y que en el bolsillito junto al pecho me gusta guardar, por aquello de la costumbre y el recuerdo de mi casa, con mi abuela…  y claro, porque me encanta su olor.

          Mi Lola buscaba y masticaba unos retoños de yerba recién brotados, pero me observaba y al Sol, porque se daba cuenta que mis comentarios iban en aquella dirección, pero seguía en lo suyo y yo, viendo cómo se reía y se agachaba tras de la loma diciendo adiós con un gesto hasta jocoso y una irónica frasecita que se le escapó, justo al tiempo de zambullirse en el horizonte: “Ahí os dejo con la fresca…”   ¿Looola, tú has escuchado como yo?  Me di la vuelta en redondo extrañado y con cara de gilipuertas y sin ver a nadie sonreí también… se mete uno tanto en el “papel” que hay momentos en los que andas más “pallá que pacá”. ¡Vámonos Lolita! Y no comas más yerba que luego la barriga verás. Dimos comienzo a la inversa el camino hecho y mientras respiraba profundo levantando de un puñado el bolsillo del pecho por lo del jazmín, sobre las cañas y la arboleda vi a una creciente luna que a media escondida nos miraba…   Mecagonlalesssshe con el Sol que se ha quedado conmigo    ¿Ésta es la fresca no?

Montero Bermudo.

 Casi finales de un caluroso y asfixiante  Julio.

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