No sabe uno ni lo que quiere ¡Qué contrariedad!
Hoy, como “ayer”,
cuando detrás de un puñado de
cabras buscaba el pan al lado de mi tío por el “rueo” de Écija; lo mismo
que cuando San Pablo visitara Astigi, Colón descubriera el “Nuevo Mundo” o Goya
saliera pitando para Burdeos, igual que entonces, mucho antes y seguro que en
siglos venideros… como todos los
días ha salido el sol. Para fastidio de tantos que
no hace mucho se lamentaban del frio, el agua y los nublados y que ahora que lo tenemos se quejan
también ¡Qué contrariedad!
Ese “Prodigio incandescente” que en
Oro y sobre Campo de Azur es escudo de la Ciudad que me dio la primera luz y
que me aportaría, como a todo ecijano, maneras e idiosincrasia y que ha venido nuevamente para continuar dándonos
sabia, porque su calor no es otra cosa que eso, vida y que en función
del ángulo con el que refleja sus rayos sobre la Tierra, así calienta, estando por
tanto más lejos de nosotros justo ahora en
verano, cuando más achicharra ¡Qué
contrariedad!
Lo veo desparramado sobre las paredes
del bloque de pisos que hay frente a mi balcón, aquí tardará un buen ratito en
llegar, mientras, los gorrioncillos aprovechan la fresca para escarbar sobre
las macetas buscando su “pan”, como yo cuando andaba por Benavides o El
Cucarrón, con prisas y algo nervioso por si aparecía alguien. Desgraciado aquel
que entre los geranios ose asomar la nariz, porque será engullido por estos
simpáticos seres con plumas que además de aportar una nota agradable y alegre
con su presencia vienen a rociar de
tierra todo el espacio entre tiestos, poniendo el balcón al retortero. ¡Qué contrariedad!
Sentado en mi silloncito, de cara al
exterior y acompañado por mi inseparable perrita, vamos observando el panorama,
Ella cuando los ve escarbar y revolcarse sobre el mantillo y sacudirse alegremente
aleteando mientras espolvorean por doquier, me mira a ver qué digo… - los pajaritos son así Lolita, no tienen a nadie que los
peinen como nosotros y es su forma de ponerse guapos, cuando terminen lo
barremos ¿Vale? - Apoyando nuevamente su morrito sobre las manitas continúa distraída
mirándolos y yo sigo con el descanso
del “weekend”, el que tanto tardaba en llegar y ahora que ya estamos, empiezo a temer por el lunes que anda cerca. No sabe uno ni lo que
quiere ¡Qué contrariedad!
Mientras relajado a través de mi
ventana sigo pensando: hay que ver que no hay nada o casi nada que nos venga
bien, queremos una cosa y cuando llega nos molesta; no queremos enterarnos de
lo que vale hasta que lo perdemos. Hace poco teníamos elecciones y todo por
cambiar al personal que ya empezaba a no gustarnos y ahora que vemos las caras
de los elegidos nos dan miedo, la verdad es que no es para menos. ¡Ay Machado! “Ni contigo ni sin ti tienen mis penas
remedio” y por no pensar en cofradías ni hermandades, que se siente uno inmerso
en un mundillo donde te encanta, pero que cuando ves procesiones las
veinticuatro horas de todos los días del año dudas de todo ¡Qué contrariedad!
A ver cuando vienen las cosas a la
medida, porque hasta cuando se pone uno a contar algo como desahogo sobre lo
que piensa, te dan ganas de comerte el papel escrito cuando lo lees ¿No es contrariedad?
Montero Bermudo.
Uno de esos días en los que uno
se levanta sin saber qué es lo que quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario