¡Qué pequeño que es uno!
A
gatas y a ras de suelo, con las manos
planas y juntas, entre ellas la barbilla
y apoyadas sobre el rebate del zaguán que de mí da a la vida, así expectante me
asomo a diario al mundo; empequeñecido y asustado, acobardado, encogido y con
los ojos de par en par y bien expedito de cualquier tipo de celosía escudriñando
cuanto me rodea por si debo o puedo salir. Siempre escuché que la vida es una
Jungla, donde la pelea es constante a
dos brazos con ella porque se te rebela y
exige, te demanda lo que ni tienes porque ahí está buena parte de aquello que la forma: el
egoísmo.
Ya desde chiquitos (ahora me refiero a la edad, no a como me
siento ante el mundo) cuando todo viene en blanco y la maldad huelga por
naturaleza, en una mayoría los genes apuntan maneras; a un niño le regalas una
bolsa de caramelos y luego de darle cuarenta vueltas al no poder abrirla te la devuelve
para que le ayudes, pero solo para que se la abras, repartirlos no, son de
él… en el caso de acceder a convidarte,
nos llama la atención por las “virtudes” que ya apunta (¿?) así nacemos.
Experiencias
que a diario te ofrece la vida y que demuestra cuanto de complicados somos. La
utopía en la que debemos basarnos es irremediablemente necesaria, porque hay
que apuntar hacia lo “anti-natural”, hay que ofrecer y dar lo nuestro sin
esperar nada a cambio con el convencimiento de que ello es lo acertado, una vez
la “bolsa” abierta, convertir en hábito el reparto, a la larga nos aportará más
“bolsas” .
En los últimos
tiempos esta sociedad ha degenerado de tal forma que solo lo material, la
mentira y lo adquirido fácilmente tiene sentido ¿Pero a quién le explica uno
estas “tonterías”? Eso no es moda, en
ello no van goles, ni sale nadie de esos programas de tele tan “entretenidos” y
donde el triunfo es la necedad y la
ignorancia ¡Válgame Dios qué ruina! ¿A qué “color” de Gobierno le interesa que
esto no sea así, si son ellos los promotores?
No, no, ya contesto yo: a ninguno, que si los dejamos hablar cualquiera
lo lleva en su “programa”, menudos bandidos andan hechos todos.
Así anda uno
sin atreverse a salir ni a la puerta de la calle, donde todo es delirio y
desatino, nadie es capaz de poner en orden ni la fila de un parvulario para
sacarlos del recreo, pero cualquiera tiene títulos, currículum vitae para enmarcar o cargo en un sindicato, hermandad o comunidad de vecinos y con ello ya
se siente con más derechos; los unos vendiendo las virtudes de lo que creen en la
diestra y el de enfrente la salvación de todo mal por la izquierda; otros a cambio de domeñarte te dan
por sus poderes y “contactos divinos” el Cielo y tantos y tantos de los esnobs e
hipócritas que se apuntan de “boquilla” a una guerra en los confines del mundo en
pro de un arreglo y se olvidan del
necesitado del rellano de su escalera ¡Bendito Dios cuánto gilipollas!
Decía
no hace mucho un tío mío, sabio Él
y eso que no había ido ni al colegio: sobrino, esta es la época de los
“baldaos”, aquí el que vale para algo o trabaja se va a peer.
Aquí
andamos tito Antonio, no podías tener más razón.
En el ”Día del
trabajo” y parao. Montero Bermudo.
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