
Aquel día Cerraron
el mundo y se terminó el “negocio”
Apagaron las luces,
ajustaron ventanas, entornaron puertas y al retortero por los suelos los
andrajos de mi existencia, allí se quedó todo, solo me llevé la pena y andrajoso con la ruina
que ya la llevaba a cuestas, abatido y cabizbajo me dirigí a la puerta. Las
persianas arriaron a mis espaldas y con la violencia de sus feroces garras
destrozaron lo que de vestimenta me quedaba. El sonido desagradable de aquel chirriar
inaguantable mal que me pese gravado quedó
en mis entrañas y por más que luche en el mundo, desde entonces me acompaña.
Nunca sentí más tristeza, todo el llanto era en mí,
miré donde todo quedaba y el lacre sobre grandes candados cubrían el artilugio, porque ya no habrían de volverse a abrir y me marché
errante y desorientado vida abajo que es
lo mismo que morir. Las vacías manos me
colgaban, sin bártulos, sin rumbo, perdido en mi desespero me fui hacia ninguna
parte y aquí te sigo esperando y ya no sé si lo que debo es buscarte y seguir,
pero te voy a decir una cosa, donde quisiera volver es allá donde te vi partir.
Y ya lo ves aquí me
tienes “celebrando” este antipático día, el que dicen para ti, pero yo no
quiero celofanes ni lazos ni siquiera flores para llevarte, yo solo deseo
besarte y cogerte de las manos y que me des el calor que tanta falta me hace.
Domingo Día de la madre.
Montero Bermudo.
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