campiña ecijana

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domingo, 8 de marzo de 2015

Domingo de Ramos


Otro de esos pellizquitos.  

           …Empezará todo con una mañana soleada de palmas y olivo, de caras nuevas por El Salón, de zapatitos de charol para un infantil estreno  en el  que, cualquier  “ditero”  financiaría sin miramientos  porque es  “matiné devocional para angelitos” y aquí no habrá uno que quede atrás;  mañana de  un lazo al pelo bien fulgurante y hasta de unos zarcillos nuevos para esa menuda “Reina” que va con chupe o con taconcitos, de un tambor o  una trompeta  para esos  querubines  que van  a ver la “Borriquita”, de cochecitos de niños chicos y chupes extraviados por el suelo o colgados en los filos de cualquier reja de ventana, de globos  y “sonoros” martillitos a todo plástico, de vuelta a encontrarse un año más con los perdidos o viajeros,  de risas, saludos, abrazos  y de paquetes de “arvellanas” …  de celebración  religiosa y hasta pagana,  porque  en ello degenera cuando todo se entremezcla, de alegría y estreno, de carreras en el último momento a por ese capirote de rejilla que pesa poco  y da menos calor que el de cartón, de últimos toques a esa cabeza de Cristo pintada sobre el costal para que seque, y  recosidos  a la morcilla del mismo porque el año pasado ya se salía el relleno, de madres limpiando zapatos y planchas a todo meter, de botones colgando  en el último momento,  de besos  tiernos y amorosos  en el filo del rebate al salir por el  zaguán,  mientras con el brazo estirado a  pellizquitos  se busca  la  inexistente  pelusilla sobre el hombro,   pretendiendo mejorar lo que no da más de sí  y  la compañía  de  la mirada casi llorosa con una  emoción desmedida   calle abajo hasta desaparecer. 

           Al cobijo  de una hermosa tradición, brotaran  sobre  el terreno abonado de muchas almas,  una esperanza de juventud fajada en sus “nuevos costales verdes”   ¡ya está aquí la primavera!   Y  en el porticado patio de cualquier iglesia,  mientras las cigüeñas  allá en todo lo alto del minarete, entre revoloteos y “acomodaciones”,  tomen nota de aquel que falta o del que viene nuevo, rondará  nerviosa  una juventud  que alentada de vieja sabia,  va a dar   comienzo  rodilla en tierra  haciendo   costales de amor;  atirantada y ajustada faja en cinturas escurridizas que como juncos cimbrearan seguras y fibrosas, sujetando y meciendo con una cadencia a un mismo son, a ese ritmo y ese compás  que ya han mamado desde chico para ese peso  elegido por voluntad y con el deseo  insolente  de esa juventud fresca  e inocentemente  descarada, la que  alrededor del pilón de  la acostumbrada fuente  dará inicio ahí, hasta con “bautizos  a los novatos”,  de una celebración nueva y  desbordante, con la alegría de la  alborada  incipiente  que sueña ilusionada  lo mismo que  sus mayores.

           

¡Semana Santa!  ¡Semana grande donde las haya!   Para litúrgicas celebraciones  en una tierra, la nuestra,  donde el Cielo, que siempre es el más azul y el más alto, parece acercarse en estos días de voluntades sanas y “cofradieras”  para escucharnos.

           

          Sudorosa pléyade  de  costaleros,  trajeados y presumidos  capataces y contraguías  que participan en el evento, porque quieren estar donde tantos de los suyos estuvieron y que son   ángeles de la guarda que, como lazarillos, les van marcando a los primeros un camino  más que sentido, pero que no ven. 

      

         Amalgama de gente que  ahí  los lleva buena parte de unos sentimientos y una tradición de la que todos formamos uno. Todos  ellos y ellas, ecijanos en su mayoría, de nacimiento o de adopción, residentes y venidos de fuera, conformarán ese mundo hecho tradición contrariando no pocas de las normas, aunque  grosso modo aceptada,  donde la religiosidad entendida como nosotros la solemos entender tomará muchas veces el camino del folklore y en momentos hasta pueda aproximarse a una especie de anarquía colectiva. Esas maneras y formas de entender la  Semana Santa,  que a muchos de nosotros mismos nos descoloca cuando en el recogimiento repasamos lo hecho.

 

 

¡Vamos a andar…!

 

 

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