…continuamos.
Íbamos a ver al “Amarrao”
y a Confalón a “Puerta Cerrá”,
donde se encontraban con La Sangre y era lugar de
ambiente “Semana santero”, de tertulia esporádica y del critiqueo típico
entre seguidores de una u otra hermandad; esto es posiblemente lo más lejano
que recuerdo, de manera imprecisa, algo nebuloso en la memoria
y quizás adornado casi de manera inconsciente, por lo que pude escuchar a través de los que
me rodeaban.
Un poquito más adelante
en el tiempo y quizás con algo más de
nitidez, aparece en mi memoria imágenes de la Hermandad de S. Juan
y de la Soledad del Carmen, allá por
la esquinita de “La Pesquera”
(Doctrina con El Conde) ambientado lugar por céntrico, de
paso y por la típica taberna con ese
nombre que tenía allí el padre de esa bellísima persona que es mi amigo Salva
López.
A
partir de los ocho o nueve añitos las
vería por la calle Carreras, que era lugar por donde subían todas menos El
Carmen; en dicha calle, haciendo esquina
con Pedro Barba, justo antes de empezar
lo estrechillo, quedaría grabada en mi
memoria una noche de Jueves Santo: la imagen sudorosa, sonriente y “colorá” como la grana, de mi
padre asomado bajo los faldones del Cristo de la Sangre; pararon, me arrimé embelesado a los
“cortinajes” de aquel misterioso teatro a ras de suelo, me dio un beso o quizás
dos, bebieron agua y se hizo la “levantá” y con la misma alegría que llegó el
paso al lugar, se fue “pa” “Puerta Cerrá”.
Mi madre nos llevaba allí para que lo
viéramos porque había buena perspectiva desde Colón. Hasta esos años vivió mi
abuelo paterno por aquella zona,
además en esas fechas más o menos
empezaríamos a vivir en la calle Las
Flores y era por tanto sitio próximo
para ir ella con dos o tres niños.
De antemano ya sabían que en ese lugar, aproximadamente, terminaba la
“chicotá” y nosotros lo esperábamos. Ahí, ahí empezaría mi historia como futuro
cofrade. Todo lo que haya venido después con relación a mi pertenencia al
mundillo del costal y las hermandades, dio comienzo aquella noche. El único
testigo que me queda es el “Señor del Convento de San
Agustín”, el Cristo de La Sangre.
Cristo de La Sangre,
“Clavel crucificao”
con mi padre de costalero
me acuerdo de aquella noche
"pa" mí el tiempo no a "pasao",
a los dos por la calle arriba
¡Cuánta fuerza! No vi fatigas,
yo me quedé allí en el suelo
mirando con qué derroche
ibais camino del Cielo.
Cristo de La Sangre "Crucificao astigitano"
hoy, mirando atrás en el tiempo
sobrecogido te espero
al entrar por Zamoranos,
y desde mi humilde ventana
te miro con fe cristiana,
sobre las rejas mis manos
aquella noche en el pensamiento.
Cristo de La Sangre "Gitano crucificao"
hierve tu barrio San Agustín,
flores en "toas" las rejas
junto a ellas mantones "bordaos"
hoy la calle es un camarín
las puertecitas "encalás"
gitanos viejos entre macetas
y sobre las flores "sembrás"
vierten rezos con sus saetas.
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