campiña ecijana

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sábado, 7 de febrero de 2015

Como un mollete con manteca








La vida es un soplo que el viento se lleva


          Solo orgulloso y agradecido  no,  más, mucho más anda uno en estos momentos cuando tantos de los tuyos, porque así los consideras, se arriman a ti no en demanda de nada y si  en halagos, porque ello se desprende del cariño y del buen trato que te obsequian, porque te quieren y cuentan contigo  ¿De qué si no?.

         El mundo en una oración, tu vida en puñado que se va entre los dedos y no aprietas porque asientes, sabes que es ley y solo quieres sentirte allá donde se quiere, porque es algo que se sabe, porque los años enseñan y aclaran cosas y porque aquí no hay nadie que sepa más de lo tuyo propio que tus años te enseñaron,  por viejo o cercano a ello y porque el lustre de lo pasado te ha dado esa pátina que da forma y color a ti mismo, nadie es igual, cada persona es un mundo   y mientras dure ese amor que ahí te lleva y conlleva porque es donde encuentras parte de lo que necesitas  ¿Para qué más bienes?   Si no hay riqueza más grande en el mundo que aquella que te permite ser feliz siquiera por momentos.

          Ya que la vida es un soplo que el viento se lleva, trance en el que la consciencia no da abastos al discernimiento de todo cuanto por ella discurre ¡Vívela!  Acéptala tal como se te presenta y degusta los pequeños sorbos  de belleza que te lleguen al alma. Uno siempre va tarde y a toro pasado luego todo parecería  más fácil  ¡Ah! Pero el momento marchó y cuando las páginas de tu historia se muevan con el devenir de nuevos horizontes, donde quizás ni a otros el tiempo de su existencia  les permita perderlos en lecturas ajenas, todo quedará olvidado en ese pozo de profundidades oscuras y de difíciles miras.   

          Agridulce felicidad que a cuenta gotas llega, casi la mayor de las ocasiones, junto a sin sabores que pretenden deformarla, pero no, no a de privarse uno  del néctar sabroso del amor a lo tuyo aunque envuelto en “tropezones” aparezca  y como la buena manteca untada en mollete que ha de servir de alimento nutricional que cubra la tasa metabólica diaria, sirva además para el reconforte del ánimo, que al alma también hay que arrimarle pan aunque sea durillo, porque siendo para ello sabrá a gloria  y que las contrariedades y el qué dirán  que la vida aporta no te priven que a dos manos y chorreando la pringue pecho abajo degustes ese manjar  cual niño glotón y ensimismado en su momento, sin importarle el qué dirán, porque el “mollete” es tuyo, que de corazón te lo dan  y a ti te pertenece por derecho propio.

Montero Bermudo,  7 de  Febrero de 2.014

 

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