campiña ecijana

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martes, 6 de enero de 2015

Con ilusión se alcanzan sueños


El mejor regalo de Reyes.


 

              Con la mente puesta en ilusiones lejanas me fui a dormir y aunque tardé, al final una franja de luz en el horizonte, recortando ilustre figuras a lomos de camellos, me despidieron con una sonrisa y como un niño me recogió Morfeo…

               … Y soñando la vi sonreír, no me lo creía y entre el desconcierto y la fascinación se me escapó un suspiro hondo, un sollozo y un deseo de abrazarla; rompí en el llanto, llegó y se puso a mi vera y  entre sus manos me cogió la cara y dándome un beso en la frente me dijo que no llorara; estas igual  - le dije casi sin atreverme y con la voz entrecortada -  es más, yo diría que hasta más joven y mucho más guapa. No las tenía todas conmigo y me sonaba como a sueño  todo aquello que estaba viendo y para que no se desbaratara  no quería  arriesgarme a pedirle sus manos, ni siquiera que me abrazara, ni a preguntarle qué tal le iba, ni mucho menos que conmigo se viniera,  pues desde el día que se marchó hay un vacío en mi vida, un pozo muy hondo y  oscuro donde se ahoga mi alma  y una pena tan amarga que ya se me hace eterno el tiempo de espera por verla. Nos miramos de madre a hijo y yo a Ella, porque es mi madre y mientras Ella sonreía impotente la observaba y entretanto suspiraba mirando de contenerme, me había dicho que no llorara y con sus dedos por mis sienes suavemente me iba frotando y me decía que me calmara que solo había venido a verme que aquí no pasaba nada, pero indigente de su cariño no había quien me consolara.

              No tengas pena ninguna, a ti siempre habrá quien te quiera, tu sigue con el convencimiento de hacer lo mejor que puedas con todo aquel que te pida lo que en tus manos tengas, yo no te veo tan solo, te quiere quien te rodea y debes de sacar fuerzas de flaqueza de allá donde las tengas para aprender a conformarte que no es poco lo que te queda. Yo siempre miro por ti y no quiero que tengas penas, ni tan siquiera quiero que digas que a ti los Reyes no llegan.

              Terminó de consolarme y diciéndome esas cosillas me dio otro beso de madre y  las manos me acariciaba y con aquel cosquilleo tal como llegó se difuminó en la penumbra. Estos  sueños que  dejan  a uno en el  sobresalto y atónito, me trajeron el despertar, recorrí la mirada entre la oscuridad en la que andaba inmerso y encendí la luz para ver; sobre la almohada un charquito de lágrimas y el brazo caído hasta el suelo y junto a él mi perrita lamiendo y desesperada por levantarme.  Me seguía mirando y lamiéndome las manos porque algo nuevo notaba ella…       no, Lola no, las manos no…    me salió del alma. ¿Qué sabría la pobrecita lo que en ella estaba lamiendo?  ¡Venga, venga!  Todo el mundo a la calle, que andará llena de “guindillas” cada uno con su juguete. La chaqueta en el hombro colgando y a medio poner el collar, con la cabeza “descompuesta” y huyendo de esa otra realidad,  salimos escaleras abajo como si nos hubiesen dado un tiro de sal en el culo.

Montero Bermudo.

S. Juan Despí  Día de Reyes de 2.015

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