campiña ecijana

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jueves, 4 de diciembre de 2014

Un antes y un después en la vida






Con mi faja y mi costal, sin recoger… por si acaso.


 

Un recuerdo estupendo de esos años que tuve la inmensa fortuna de convivir con gente maravillosa, las que al amparo de unas creencias coexisten en buena harmonía y las que me permitieron abrir el horizonte de una vida, que solo o poco acompañado y alejado de lo que a uno le gusta, bien triste sería.

Ellos me  permitieron acrecentar el amor por muchas cosas, que casi perdidas a la fuerza, ahí andaban  y sobre todo por lo humano, de lo que en buena medida andan sobrados.

Me enseñaron mucho de lo que, aunque intuía, no sabía bien y me dieron tanto que no pagaré porque esas cosas no tienen valor material y no se pueden saldar  cuentas con los amigos si no es con amor a ellos, cosa que no regatearé nunca.

Ya no voy con el costal, pero sigo junto a ellos cumpliendo otros cometidos, también necesarios y reconstituyentes y a tantos más de los que  engrandecieron la lista con las vivencias y los tiempos transcurridos. Seguiré disfrutando junto a mis dos  hermandades y a las demás, porque esto al final se convierte en una familia y es imposible despegarse de ningunos.

No obstante, como un guerrero en la reserva me mantengo y mi costal junto a la faja andan a la vista y sin recoger del todo, por si acaso es necesario.

 

Montero Bermudo.

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