campiña ecijana

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domingo, 14 de diciembre de 2014

FELICES PASCUAS DE NAVIDAD






El Nacimiento

 

      Ese “Gabriel” mensajero de la memoria y la tradición, que me viene a “Anunciar” que estamos en  Sta. Lucía  y hay que montar el “Nacimiento”, antigua costumbre cristiana puesta “en marcha” en la Villa italiana de Greccio allá en la Navidad de mil doscientos veinte y tres por Francisco de Asís, Santo él y que hasta aquí a llegado, de momento.  Aprovecharemos pues el  fin de semana, para poner en casa aunque solo sea una pequeña nota, evocando aquel magno acontecimiento, como ya hiciera S. Francisco y que con tanta trascendencia se diera cita en Nazaret, según nos cuentan los evangelios,  hace ahora dos mil catorce años.

      Siguiendo la tradición, que no es otra que los recuerdos de aquella niñez, la que a golpes de besos en viejas fotos pretende uno evocar, en el sentido de traer y palpar año tras año lo que ya pasó, pero no es así, la memoria y el deseo por mantener sujeto lo pasado a un presente es cuando menos una quimera  y como tal carece de una realidad  manifiesta, pero uno se antepone a todo y quiere creerse que con dicha evocación o “puesta en vivo” de los recuerdos acerca  lo que fue y en su forma. Nunca nada del pasado será lo mismo, solo el recuerdo y el deseo harán su imitación y con ello se  podrá   ”matar el gusanillo”, ni queda otra ni habrá por qué lamentarse, la vida es una cadena constante de hechos que acontecen, evolucionan y se enlazan y por tanto cambiante por sistema.

      Cuando llegan estas fechas de Navidad, tan entrañables y familiares, me pongo al hecho y entre: cartones, aguacola, escayolas, pinceles, pinturas, algo de yerbas, bombillitas y figuritas de arcilla, voy colocando por aquí y por allá destellos de ilusiones infantiles que aún me quedan, al tiempo que evoca uno aquellos años en los que otros menuditos me rodeaban, colaborando a su manera para que todo saliera bien.  Ahora, si no es la perrilla que vuelque algo con su olfateo, todo me lo encuentro al día siguiente emplazado donde lo dejé; no hay chiquillos que me pongan  al  “pescador“ dentro del Portal  ni al Niño Jesús metido en el río, no habrá cochecitos por el camino entre los Reyes, ni a S. José le habrán birlado su bastón  para escarbar entre la yerba, todo  ello, junto al ambiente quedará  algo deslavazado porque donde no estén los niños…    pero que no se diga, al fin y al cabo siempre hay algo de niño en la ilusión que uno pone en las cosas, por viejo que sea.

Montero Bermudo. 

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