El Nacimiento
Ese “Gabriel”
mensajero de la memoria y la tradición, que me viene a “Anunciar” que estamos
en Sta. Lucía y hay que montar el “Nacimiento”, antigua
costumbre cristiana puesta “en marcha” en la Villa italiana de Greccio allá en
la Navidad de mil doscientos veinte y tres por Francisco de Asís, Santo él y
que hasta aquí a llegado, de momento. Aprovecharemos
pues el fin de semana, para poner en
casa aunque solo sea una pequeña nota, evocando aquel magno acontecimiento, como
ya hiciera S. Francisco y que con tanta trascendencia se diera cita en Nazaret,
según nos cuentan los evangelios, hace
ahora dos mil catorce años.
Siguiendo la
tradición, que no es otra que los recuerdos de aquella niñez, la que a golpes
de besos en viejas fotos pretende uno evocar, en el sentido de traer y palpar
año tras año lo que ya pasó, pero no es así, la memoria y el deseo por mantener
sujeto lo pasado a un presente es cuando menos una quimera y como tal carece de una realidad manifiesta, pero uno se antepone a todo y
quiere creerse que con dicha evocación o “puesta en vivo” de los recuerdos
acerca lo que fue y en su forma. Nunca
nada del pasado será lo mismo, solo el recuerdo y el deseo harán su imitación y
con ello se podrá ”matar
el gusanillo”, ni queda otra ni habrá por qué lamentarse, la vida es una cadena
constante de hechos que acontecen, evolucionan y se enlazan y por tanto
cambiante por sistema.
Cuando llegan estas
fechas de Navidad, tan entrañables y familiares, me pongo al hecho y entre:
cartones, aguacola, escayolas, pinceles, pinturas, algo de yerbas, bombillitas
y figuritas de arcilla, voy colocando por aquí y por allá destellos de
ilusiones infantiles que aún me quedan, al tiempo que evoca uno aquellos años
en los que otros menuditos me rodeaban, colaborando a su manera para que todo
saliera bien. Ahora, si no es la
perrilla que vuelque algo con su olfateo, todo me lo encuentro al día siguiente
emplazado donde lo dejé; no hay chiquillos que me pongan al “pescador“
dentro del Portal ni al Niño Jesús
metido en el río, no habrá cochecitos por el camino entre los Reyes, ni a S.
José le habrán birlado su bastón para
escarbar entre la yerba, todo ello, junto
al ambiente quedará algo deslavazado
porque donde no estén los niños… pero
que no se diga, al fin y al cabo siempre hay algo de niño en la ilusión que uno
pone en las cosas, por viejo que sea.
Montero
Bermudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario