Hoy
3 de Noviembre y según el santoral: San Martín de Porres.
Viene
a mi memoria una fecha añorada,
agridulce, penosa… ahora ya como lejana,
pero que si cierra uno los ojos no cree que fuera más allá del fin de semana
pasado. Nada de eso, en realidad el tiempo se encargó de quitarme la razón
alejando todo ello del momento y la realidad que vivo.
Por
ser la fecha que es y porque mi amigo Salva a través del internet me lo
recuerda, entresaco unas líneas escritas en ese popurrí que sobre mis vivencias
tengo escrito.
“…
Entre otras cosas, recuerdo unos de aquellos últimos días, que me cogió mi madre y me hizo que la acompañara hasta la iglesia de Sta. Florentina, allí por el Arco de Sevilla;
fuimos a llevarle una velita al santito Porres,
fray escoba, aquel santo milagroso que las hermanas dominicas
tienen tan limpio y cuidadito y al que
mi madre se la tenía prometida cuando
le ayudara a encontrar
cobijo para sus niños en Barcelona.
Entramos
por la puerta lateral que se encuentra en la calle Zurcidera y por ahí Ella me introdujo en
esta iglesia-convento, la que yo no conocía, acercándome
hasta la capillita que tiene S. Martín de Porres,
donde
le encendió la ofrecida vela, cosa
que yo no sabía, pero quiso que me enterara y se la colocó delante en unos
hierrecitos adaptados para tal fin, previo a unos instantes en cabizbaja
reflexión elevó la mirada hacia el Santo,
lo miró fijamente un momento y
aunque no escuché lo que le dijo, sé que le dio las gracias, pues así me lo aclaró ella. En todo
momento guardé una compostura de respeto
pues mi madre era muy seria en sus compromisos y aquello me daba a mí que era
serio, me limite a observarlos a los dos
y cuando mi madre santiguándose,
dio por terminada aquella silenciosa conversación, imitando su gesto, salí junto a ella de la
iglesia.
Ella
agradecida, cumplió
su palabra y satisfecha por ver cómo se iba encaminando aquella situación, en la que no
encontraron otra salida que la de abandonar el pueblo y que seguramente sería la misma que yo
hubiese tomado de estar en su lugar, no sabía, ni se podía
imaginar, que aquella decisión
iba a marcar mi vida.
Saldríamos del bache y la
mayoría, encontrándose medianamente
acomodados en esta sociedad, no andan
descontentos, pero yo tengo muchas dudas de los “progresos” aquí conseguidos, casi todos
han sido materiales y una vez “llenado
la barriga” me queda un inmenso vacío que solo lo ocupa la pena.”
Nunca
quise y eso que soy bastante rebelde, acercarme a Fray escoba para ofrecerle
mayor vela que aquella, Él ya sabe de mis intenciones y a mi madre, esa Santa
que con todo el amor del mundo me depositara en esta vida cara a lo mejor que
me pudiese venir, no le hago ese feo.
Montero Bermudo.
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