campiña ecijana

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cuando dejé de ser vidriero


Cuando dejé de ser vidriero

           Amaneció  fresquito el día, frío no, pero ya estaba claro que el verano había quedado atrás. La noche, ante el nerviosismo y la duda, se me pasó como a tirones, lo mismo me parecía que pasaba ligera, que mirando el enorme reloj colgado en uno de los muros de aquella oscura y ahumada nave,  veía las agujas casi paradas. Sólo fueron un par de años y casi sin cumplir, pero lo suficientes para hacer unos amigos  de esos que aun no volviéndolos a ver nunca más, siempre los recuerdas.

          Hoy, día de la Merced  y fiesta en Barcelona como en el aquel 24 de Septiembre del 66  en el que ahora pongo la memoria, saldría por la mañana temprano después de terminado el turno de trabajo con otra colocación ya acordada, me iba por consejos de unas personas con las que tuve la suerte de convivir y que veían en mí otras posibilidades mejores y en otros oficios menos peligrosos. Fue mi primer trabajo  formalizado, si se puede decir así, porque no me declararían al no tener edad, pero si tenía un horario y un precio al trabajo, jornal o semanada, como quiera que se le diga; lo de coger algodón a peseta y a seis reales el kilo por el Zapatero,  Soto Moro o Alcofría allá en la Écija que me vio nacer no lo cuento, ni las muchas jornadas de cabrero o de guarda en el melonar.

          Aquel José, mi oficial, con sus sesenta y tantos años, el que tanto me recordaba a ese abuelo que terminaba de perder y el que me tratara de manera tan especial y tan humana,  me aconsejó muchísimo para que saliera de aquel ambiente de la fábrica de vidrios, era muy peligroso  y al fin y al cabo  ¿Qué iba a sacar de ello aunque aprendiera si todo se estaba mecanizando a pasos agigantados?   Él era socio, como la mayoría, porque aquello era una cooperativa y estaban encantados de que yo estuviese allí porque hacían como los jesuitas, todo el que apuntara maneras lo mimaban para ir haciéndolo del grupo y contar con ellos para el futuro, pero Él, más bueno que el pan, miraba  por encima de todo a la persona y pensaba que con lo espabilado que era haría buen oficio en otro lugar y saldría ganando. Guardo muchos recuerdos de aquel poco tiempo y de aquellas personas que tan bien me trataron en su mayoría y si me fui lo hice en contra de mi voluntad, yo allí me sentía muy a gusto,  pero confiaba en aquel hombre y en sus consejos, después de los cuarenta  y ocho  años pasados  habrá visto él desde donde esté, que de poco me sirvió. Medio aprendí dos oficios   y no he sacado nada en claro, mucho trabajar y trabajar y lo comido por lo servido, pero bueno separando el grano de la paja, él sobre todo por bueno,   está en mi memoria junto con algunos más de aquella hornada, a los que agradeceré siempre su trato y sus enseñanzas.

          Atrás dejaba, además de estos amigos, una experiencia, algo muy especial como lo es todo lo trabajado a golpe de fuego, difícil de transmitir en palabras, porque son sensaciones  que se viven y se sufren  (esto es duro y peligroso, porque las temperaturas son extremadas) al tiempo que se disfruta viendo la transformación de una materia incandescente en algo que transmite una especial sensación, como lo son todas las cosas relacionadas con la verdadera artesanía y dejaba también una niñez,  la que ni siquiera llegué a vivirla como hubiese sido  normal   y deseable. Terminaba de darme cuenta por lo vivido con aquella experiencia, de lo que perdía con el inicio de aquel camino, definitivamente quedaría apartado de algún estudio que presentí me interesaba y de qué manera, nunca más podría volver a donde era lógico que estuviera por la edad, porque se había cortado el ritmo y ahora ya iniciado otro, junto con las penurias económicas en las que andábamos metidos, se acabó, a trabajar y luchar por una economía maltrecha que a golpes de  “trocitos de vida” terminaríamos por poner en orden, siquiera por un periodo de tiempo. Tiempo en el que se cumplió una etapa y la que daría pie para el inicio de la siguiente, la vida seguiría el camino  que hasta aquí me trajo  y  quedaría enormemente  frustrado al descubrir la realidad, que si no me rodeaba, yo me introduje en medio porque no quise excluirme del problema.

Montero Bermudo.

S. Juan Despí 24 de Septiembre de 2.014

2 comentarios:

  1. Casi todo lo que relatas aquí, son datos de mi conocimiento, pues no son pocas las veces que me has hablado del tema. Me alegro que hayas decidido contarlo por este medio para todo aquel que le interese. Sabes expresarte como nadie, la lectura se hace muy amena y hasta divertida. Desde aquí te animo para que no pares de escribir, hay mucha gente que te estamos esperando. Por eso y por un sinfín de cosas mas, me siento muy orgulloso de que seas mi hermano mayor. Felicidades.

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    1. A tropezones y como puedo voy colocando algo. Haber si aprendo un poco y ordeno la presentación, no me aclaro y aunque quiero separar en distintos apartados, no soy capaz. Poco a poco...

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