San Juan Despí casi en invierno
Una atmósfera fría nos envuelve. El paseo de hoy como un día
de invierno y aún está por llegar. Un polvillo mostaza emborrona y da pátina a
ese gris plateado del ambiente y toda bruma queda en plata dorada. Oxidada.
Fría, muy fría la mañana, mi perrita a la vera de mis piernas, busca el reparo acercándose
a mi cuerpo y yo, con el cuello recogido telescópicamente. Enterrado por la
parte alta del anorak, a modo de galápago saco el bigote de vez en cuando, o lo
escondo y averiguo por dónde voy. Camino a tiritones metiendo la cintura y el
culo empujando el cuerpo adelante. Sujeto al perro sin necesidad, no se va, ni
ganitas de despegarse. Hoy no demanda libertad para sus inspecciones olfativas,
su morrito como mascarón de proa, tantea el ambiente y hace sus averiguaciones.
Le sobran datos.
Por la ancha acera de la Creu d´Muntaner, bajamos como
carteros antiguos, sin tiempo de repartir y viendo como una hilera interminable
de vehículos nos adelantan. Tendrán más frío que nosotros. Unos hacia el río,
otros, camino de la Mossota. Alguno pita haciendo aspavientos desde el volante,
sonríe y se pierde calle arriba. Seguro que nos conoce, a mí no me dio lugar.
A todo lo largo de la Avda. altos y escuálidos delfines
hincan sus morros en los parterres junto a la vía, ofreciendo el abaniqueo de
sus colitas a una brisa que allá en todo lo alto seguro es más fría. Son
palmeras gráciles y bien cuidadas que andarán en sacudidas adaptándose a los
vaivenes del viento. Si queda algún dátil bajará como un rayo.
Dejamos atrás la variada vegetación que envuelve el Pau
Torren y el gigantesco roble de Can Po Cardona para adentrarnos por el Desploblat.
Ya hacía tiempo que hablaron de hacer obras en estos campos frente a Can Alerm
y puse en desbandada el paseo por aquí. Me causo pena. No quería verlo. Aun no
hicieron nada, se les habrá terminado el dinero. Todo anda pelado y raído; algo
de hierba casi seca deja respirar parte del relleno terrizo que hicieran y
ahora, sin lluvia, toma color de camuflaje. Los cipreses que hicieran de centinelas
a la entrada del camino; biombo que tapaba el feo panorama de camiones y
chatarras, los cortaron, otros, pelados como quintos ofrecen una naturaleza en
la cola del paro. Aquí se perderá todo recuerdo de vegetación, construcciones
que den “negosi” aparecerán fastidiándonos a todos, pero no hacemos nada. Lo
permitimos.
Seguimos arriba por Can Pau Ventura, donde una perrita
simpática se saluda con la mía. Se recuerdan. Bandadas de jilgueros cruzaban
antes el camino como una bandera en día de viento cambiante, hoy no los vemos. Pasamos
Cal Rey buscando aquellas abubillas que siempre anidaban por estas acacias a
pie de camino, pero hoy no están tampoco. no será tiempo.
Antes del repechito que da al Paseo del Canal, nos detenemos
delante de una bonita valla de tablas en punta, donde un granado precioso junto
a una chumbera hermoseara esa entrada y que faltando aquel abuelito que conocí
por ese huerto, quedó en abandono. Higos chumbos, granadas, rosales… ¡Qué
lástima! esperemos que las abubillas, los jilgueros, lavanderas y gorriones
vuelvan en primavera. Al trote volvemos, con el pescuezo fuera del anorak, veo
un limonero cargado y hermoso, un naranjo y hortalizas junto a la valla del
Canal y llegamos al Follía. Entrados en calor y ya frente a esa plaza-parque entre
la Creu d´Muntaner y la Riera d´en Nofre, mi perrita salta, ladra... y me mira
contenta.
Montero Bermudo, 2 de
diciembre
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