A mi Lola, porque la quiero
Yo quiero hablar como tú…
aunque sea ladrando, ya me da igual todo aquello que digan, he llegado a soñar
en expresarme de esa forma y no es capricho. Yo comprendo que ladrar sería incomprensible
por quienes me rodean… y mal visto, no encajaría porque son maneras que en
verdad a quien corresponden es a los perritos y es además, sinónimo de hablar
mal y desentonado o con exabruptos … cada uno que valore como le dé la gana y
más en estos tiempos de “lumbreras innovadores” que cada día se despiertan con
una ocurrencia nueva, en cuanto a la forma de expresarse, junto al criterio más
extraño del mundo ¿No es peor eso que
ladrar? solo pretendo entender con más claridad cositas de las que cuentas y recrearme
con propiedad, de lo que ahora no entiendo.
Qué lástima que Dios no
me haya dado esa capacidad y no solo de tu entendimiento o fidelidad a cuantos
te rodeamos, sino a poder “hablar” y gesticular como tú haces y con ello
entender tu leguaje, el que observo más competente y completo, porque en ello
vuelcas nada menos que la naturalidad íntegra de tus sentimientos, por lo que cada
vez estoy más seguro en: lo moderno, cabal, simplificado, pero denso al mismo
tiempo, cargado de sentido y con más veracidad y cercanía a lo que la
consciencia manda... en definitiva:
abreviar, que es avance y facilidad en la comunicación, de lo que me llevas
ventajas.
Tú con tu saber entiendes
mis formas, maneras de hablar y hasta de gesticular, sin embargo, yo muchas
veces no sé decirte las cosas por no tener capacidad para extraer de tus
conversaciones, cuánto me quieres comunicar; me siento torpe y “verde”, un
simple aprendiz de animal, porque lo soy también, con mucho por aprender y por
más que lo intento no llego a ese nivel que los perritos tenéis. Te digo más
Lolita, a veces creo que ni yo mismo me entiendo… ves calculando mi nivel.
Los seres humanos, somos
débiles, solo hay que mirar el ego y orgullo que llevamos puesto como
escaparate; engreídos y vanidosos, rencorosos, torpes y soberbios, ejemplo quizás
de cómo intentamos enmascarar el déficit. No somos claros, si no ¿De dónde eso
del carnaval, Halloween y un puñado de fiestas en las que lo más valorado es lo
estrambótico y con los resultados más bochornosos del mundo, pero que a la
gente les encanta…? Tapaderas y escusas Lola, para esconder “autorizados y
permitido” en un acuerdo por todos, las miserias internas de cada uno. No
sabemos calcular y damos valor a simplezas que solo llevan el celofán o el
lacito del glamour ¡Cuánta vanidad! y se nos escapa lo esencial, lo que lleva
contenido y bien que vosotros los perritos nos demostráis a diario el camino de
por dónde se llega, pero por una oreja me entra y por otra me sale…. ¡Mecachis
en la mar!
Quiero jugar a decir
cosas, quiero encontrar a quien las escuche, presiento que me iré repleto
porque la vida se pasa y no termina uno nunca de salir de ese tabú
autoimpuesto, que frena el contar lo tuyo con llaneza y alegría. Demasiadas
trabas, complejos, prejuicios y el qué dirán, que nos atora tanto y mi perrita,
sin pirujos ni “endiosamientos” de estudios y “cultivo” universitario, lo
resuelve de forma y manera simple: me mira, mueve su rabito y está todo dicho,
ahora solo falta que yo aprenda y me ponga a la altura que debo… hay que modernizarse. La vida debería ser
otra cosa y no esta, “tomatina” continua en la que el que más vale es quien
tiene más kilos de ese rojo “ombligo gordo” de los antiguos mejicanos para
imponerse, ejemplo de las ocurrencias o “inventivas” más vulgares. Aún y así, ya
no se tira la cabra por el campanario, algo hemos ganado… pero poco.
Montero Bermudo
Otoño de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario