Mi pueblo y su gente
(Manuel
Ruperti, “mirador” de Écija y cuanto la rodea)
Hace tiempo que voy siguiendo las “miradas” gráficas que sobre Écija va
aportando a estos medios de internet el amigo Manuel, donde a modo de
comentario o crítica personal, acostumbro en dar mi opinión y de ello, además
del desahogo personal por mi gusto a la escritura y todo cuanto se relacione
con el arte, lo animo a que siga en lo suyo por parecerme (lo de él) algo
excepcional y digno de reseñar.
Ni del oficio de fotógrafo ni mucho menos de escribir en condiciones
tengo capacidad, por lo que aquello que ponga, solo son gustos personales a los
que busco escusa y en este, con su visto bueno y complicidad aceptada, solo lo
hago por entretenerme, además de resaltar su valía.
En general hay algo de “pellizco”
y mucha personalidad en todo lo que pone, la perspicaz mirada de la que hace
uso en su afición o pasatiempo (en su modestia él lo define así) no es más que
una manera de colocarse ante el motivo que lo hace diferente y ese instinto, peculiaridad
de cuanto observa, no es más que la capacidad innata de saber ver.
Me cuenta Ruperti, desde su campechana franqueza, su natural aspiración
y que no es otra que el propio divertimento y la distracción en plasmar aquello
de lo que gusta. La humildad y la sinceridad con aquello que hace, retrata en
primer lugar al retratista, es él quien sale en primer plano y es él quien
reclama toda bondad de la que es partícipe y nos demuestra con qué poco se
hacen cosas grandes. Valores básicos y a veces poco visibles, en esta sociedad
donde todo el mundo sabe bastante, hasta de lo que no entiende.
La Écija que muchas veces nos muestra en sus fotos, es una Écija
“desconocida”, son rincones, calles, barreras o alrededores, donde ves algo
“familiar”, pero que al mismo tiempo llama la atención, por la extrañeza del
lugar desde dónde está visto, te descoloca y zarandea ante el descubrimiento de
una mirada que nunca hiciste y te demuestra lo mucho que tiene la capacidad del
artista, porque él lo es, en descubrir aquello que otros no hemos sabido
apreciar.
Sus “miradas al cielo” del amanecer son un portento y un compendio de
visiones espectaculares donde los mejores sueños abandonados son superados y
los paseos por los alrededores del río, su fauna y el Parque: una delicia y un
estudio pormenorizado, reclamo y llamada de atención por el ojo inquieto de un buscador
que encuentra, porque de eso entiende y de la belleza existente que la
naturaleza nos da y que ahí, algo marginada la mantenemos. El Puente y su
barrio; El Parralejos, Puerta de Osuna, La calle Mayor y Puerta Palma; Cañatos,
san Gil, Colón, santo Domingo y el Carmen; La Vitoria, el Cerro… y el Salón ¡Ay de soportales! San francisco,
la barrera Compañía del Conde y Balcones Largos… ante su objetivo aparecen delante de nosotros
con la sencillez de lo cotidiano y la preciosidad de algo que en teoría
valoramos, pero sin la comprensión de la realidad hecha en forma y manera, tal
cual propone Manuel Ruperti.
No hay desprecio hacia nadie ni es esto una comparación con aquello que
otros elaboren, Écija anda llena de gente que sabe del manejo de estos aparatos
y a diario se ven muestras de fotos-retratos dignas de enmarcar, simplemente es
justificar mi contento por algo que desde hace mucho me llama la atención y
hasta me sorprende, con una particularidad que hace del resultado un reclamo a
la mirada, al pensamiento y al contento de quienes, enamorados de Écija,
buscamos incansablemente algo por descubrir. El conocimiento del medio, la
experiencia, los estudios o las “herramientas” cada vez más avanzadas y
modernas, hacen posible en su conjunto un resultado que impresiona, pero esto
de Ruperti, va por otros derroteros, esto es el alma del ser puesta al servicio
de una sensibilidad sin medida y sin pretensiones, más allá que su propio
disfrute, la que nos descubre y sorprende sin más medios que la intuición y una
idiosincrasia tan particular y modesta como sublime.
Montero Bermudo
Con Écija en el pensamiento, 20 de
febrero de 2022
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