¡¡Vengan de Écija
primaveras!!
“… A la hora convenida, como un clavo me
encontraba con mi faja y mi costal, en la preciosa portada que da acceso a esa
iglesia Monumento Artístico que es
Santiago, con los arreos de brega
bajo el brazo, apoyada la espalda sobre un trozo de ese aporte que hizo Estepa
a la historia de tanta fábrica en esta bendita Écija, recorriendo con la
mirada la barrera que circunda a esa cruz de Camposanto, otrora en el lugar
donde nos fajamos y con la mente puesta en el compromiso y la palabra dada…”
-Y
se dio todo como en un sueño, un sueño que perdura y se manifiesta reverberante
cada una de las primaveras que brotaron seguidas de aquella. Una historia
personal, misteriosa y enternecedora que zarandea la consciencia y los
sentimientos más profundos, colocando ese trance en mi propia historia, como un
trofeo depositado sobre la peana, que junto a mi cabecera andan todas las
noches para compaña de mis mejores sueños. -
“…Cuando aquel día bajamos el
paso en su sitio ya dentro de Santiago,
después de tan sorpresiva y tremenda experiencia en aquel lugar de encantamiento,
como flotando en un mundo irreal donde
soñando y despierto andaba la quimera,
extasiado y falto de resuello quedé un instante de rodillas, con los
brazos estirados y sin soltar la trabajadera buscando el aire necesario
siquiera para seguir vivo y con una idea ya concebida y muy concreta: mientras
me dejen y las fuerzas me lo permitan, yo no me separo de este sitio ni de esta
gente; le di las gracias a la Virgen que arriba estaba y me salí como pude y
hacen los novatos: rodando y casi arrastrándome por el suelo; la miré
intensamente satisfecho y agradecido, pretendiendo con ello transmitirle muy en
serio mis deseos para el año siguiente, yo en esto no gasto bromas y le “robé”
una flor como recuerdo para mi señora que esperaba impaciente a ver en qué
quedaba todo aquello.
Metido en ese mundo ahí debajo, se ven
imágenes que cada uno sabrá guardar en su alma como reliquia para los restos,
imágenes que enseñan, que transmiten humanidad y compañerismo, que marcan y que
quedará en la memoria del que sepa verlas como enseñanza, como ejemplo y modelo
a seguir porque la vida es o debiera ser eso: repartir, dar, entregarse, estar
dispuesto…
He visto cómo y con qué entrega se ayuda en el esfuerzo al compañero,
con el cariño que se le arregla el costal al que no sabe por dónde meterle
manos, cómo se llora por el que desgraciadamente se ha ido, cómo se reza, cómo
se aprietan los dientes y se clavan las uñas de rabia en la trabajadera donde
te agarras para explotar si hiciese falta, porque esta “levantá” va por la
madre o el padre de uno de los nuestros
que este año ya no está, y a ti, que ya te faltan también los tuyos, no
te importará partirte en dos si fuese necesario acordándote de ellos y, la cara
chorreando de lágrimas de ese padre que da el costal como testigo colocándoselo
al hijo y reír, reír a carcajadas sujetándose las quijadas con una mano y los
mocos de un sorbetón mientras el más capaz de contenerse intenta ponerse serio
y con un aviso por su parte mitiga por momentos el descoloque:
¡ Señoreeees,
por favor, que se escucha todo desde fuera !
…”
-Llegaron
más lunas de Viernes Santo y una a una fueron pasando y en el poso que fue
quedando, mezclados recuerdos de azahar e incienso que remueven los bríos… las
pocas fuerzas que van quedando y el amor a los amigos. Con todo ello hay de
sobras y por tiempo todavía; la memoria rebosante, más la veteranía y… ¡Vengan de Écija primaveras! Que aquí hay un costal y una faja para la
ecijanía. –
Montero
Bermudo.
S.
Juan Despí, con el punto de mira en la Semana Santa 2.019
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