Ando hecho un lío… ¿Me habré enamorado?
(renglones extraídos
de mi “diario” a modo de confesión)
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“… Hace poco volví de nuevo por las tierras altas de Galicia (a la tercera
va la vencida) con muchísimas ganas y además esta vez, muy ilusionado por
llevar conmigo a mi compañera y solo eso, era suficiente para estar contento.
Quería que ella disfrutara también de lo que, a mí, me ha parecido “un lugar
extraordinario y fuera de lo que hasta ahora conocíamos”, deseaba volver a
disfrutar de este “descubrimiento” y en ese caso, aprobar o ratificar si
corresponden las impresiones últimas. Bastante me ha confirmado ella con su
contento después del viaje, así que queda todo “visto para sentencia”.
Si, si es aquello tal cual vi, no me equivoqué, ni habían sido visiones
en momentos en los que yo pudiese andar descolocado en cuanto a “normalidad
mental”; ha sido como una película o un particular cuento, donde de manera
inconsciente me introduje participando y formando parte ya, como cualquier otro
personaje y sin despertar del todo, nunca atina uno a saber cuándo es realidad
o fantasía lo que ve o siente.
Todo esto ha despertado en mí, sensaciones muy particulares y hasta
extrañas que me confunden y no atino en clarificar. Yo veo en el recio y
compacto paisaje, su clima, sus gentes… cierta dureza y lucha de superación en
su historia… con “todo incluido”, un
contraste enorme con relación a mi tierra, a la que sueño, quiero y deseo
volver con toda mi alma y al mismo tiempo, encuentro tal similitud en lo
profundo de las cosas, que mirando algunas construcciones en piedra de las
muchas que hay por sus aldeas y que son evidentes joyas, me recuerdan en mucho
a las torres y palacios barrocos o fachaditas encaladas con sus ventanas y
rejas rebosantes de flores, de las que me rodearon en mi pueblo mientras viví
allí y esto, cuando menos, es algo difícil de explicar, e incluso de comprender
por mí mismo.
La huella de la mano del hombre puesta al servicio de estas bellezas,
aflora y se manifiesta a través de la colocación de estas apretadas piedras y
la dureza enternecedora que forma parte de muros inquietantes y misteriosos por
cualquier aldea, junto a la vida laboriosa que rodea con sosiego todo rincón del
paisaje, se hermanan con la alegría de los encalados y floridos patios que me
vieron nacer, constituyendo ambas, una perfecta excusa por donde vierte el individuo
los sentimientos del alma y ellos dos: los que siempre han sido mi vida y
estos, con los que me he tropezado por las tierras de Galicia, son “escandalosamente”
iguales.
Los caminos serpenteantes, repletos de hojarasca, que se pierden e
introducen por bosquecillos de robles,
tejos, avellanos o castaños, poblados de liquen sus troncos, de enorme belleza
y embrujo y que son “vías de intimidad” por donde cautivadoras aldeas se dan la
mano cariñosamente para ir juntas; como
los bolos o “peñascos” que la sabia naturaleza puso a modo de guardianes y como
símbolos o estandarte de la dureza del enclave, vigilantes siempre al paso de
la historia, de vientos, “regueiros”, “muiños” y “fervenzas”; de soledades y
llantos; de multitud de fauna en sus coloridas apariciones y de tímidos
retornos cargados de ilusiones. Todo ello, bajo el cercano e infinito cielo que
vi en Trevinca, tienen mucho de recuerdo para mí y los equiparo con aquellas
cañadas llenas de palmas, pitas, chumberas y esparragueras, rodeadas del
ondulado paisaje que forma la campiña ecijana, donde hermosos olivares y campos
de trigo, completaban toda visión y mi habitad junto a mis cabras, con las que
me crie…
¿Dónde encuentro tal conexión o semejanza? ¿Dónde está lo que se parezca
y que yo veo con tal similitud? ¿Dónde lo que me enternece como si fuese mío y
me atrae inconsciente hasta pensar que soy suyo? Habrá que dejar buena parte de todo esto en
“reposo o en cuarentena” y pacientemente esperar, el tiempo que todo lo borra o
pone en su sitio, no tardará en aclararme si es verdad o ha sido un sueño.”
Montero Bermudo, entre Reyes y
Carnaval de 2.019
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