Retratista autodidacta y artista por la gracia de Dios
…
Y hoy tocó, entre otras, unas cuantas instantáneas del sufrido Salón de Écija,
casi al amanecer. Así de agradable me dio el desayuno ese cachito de pan que es
mi primo Ramonchi.
Siempre lo recuerdo con su cámara
enfocando a diestro y siniestro, extrayendo el jugo de cuanto mira con
curiosidad: La semana Santa de Écija y las de alguna que otra población
cercana, la Feria, los toros, los caballos…
y hasta hubo un tiempo donde
buena parte de Barcelona con su Tibidabo y alrededores, quedaron impresas para
los restos en su máquina. Ahí está y estará todo aquello que vibre en su campo
de visión, porque su espíritu es de los que miran y ven (esto es algo más
complejo) recogen y guardan. Inquieto artista que supo hacerse a su manera y
cuando todavía no entendía de afeites, ya jugaba con sus mejunjes y líquidos
ácidos en el rincón oscuro de su cuarto.
Atrás va dejando una vida de imágenes
perdidas y otras que se resisten, las que muchos conocimos y en el álbum
fotográfico personal, instantáneas cariñosas y de buen gusto corren por esos
mundos donde Ramón ha vivido y vive. Autodidacta y sin pretensiones, ni firma
ni se vanagloria de nada, su manera desinteresada en aquello que posea lo
demuestra a manos abiertas con los suyos y con quien sea, no se siente dueño ni
de su propio ser: ¿” Primo yo paqué quiero ná”? Me dice con esas maneras dulces y cariñosas
que usa este desprendido ser, que para más señas es mi primo hermano.
Mi primo Ramón León y su eterno placer
en retratar cuanto ve o sueña y que a diario me envía muestras de su astigitana
manera de empezar el día. Ya no usa “maquinaria ortodoxa” ni corretea eventos o
acontecimientos populares; mermadas las facultades físicas y “tonterías” de la
edad, lo relegan al terreno de lo más cómodo posible y con un simple móvil,
mata el gusanillo a diario y me pone “los dientes largos” … Puerta Palma, Colón, El Carmen, El Paseo José
Silva Martín, Miguel de Cervantes o el mismo Salón… son esas pequeñas excusas para darme los
buenos días y que en la retina me quedan como besos.
Gracias
Ramonchi, desde bien chico me pusiste en el objetivo de tus “máquinas” y yo sin
retratarte te llevo en el corazón.
Montero Bermudo
San Juan Despí, 5 de septiembre de 2.018
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