Si
algún día entiendo de pintura, lo diré más claro… o me callaré.
¿Goya o Van Gogh?
Preguntaban en unos de tantos apartados o páginas de las que aparecen
por estos medios de internet; otras veces lo han hecho buscando la opinión
sobre los diez mejores pintores de la historia y su orden por “categoría”,
gustos, preferencias y “curiosidades”
por el estilo. En algunas de estas me entretengo mirando, para matar el tiempo
y por el interés que me mueven mis afinidades hacia las artes plásticas, pero
hay variedad con otras versiones. Juegos,
entretenimientos, experimentos o sondeos de interesados que usan los medios
para “su trabajo”. En lo referido al
interés por quien monta estas encuestas, disfrazadas de juegos para sus indagaciones, tanteos o
ensayos… como el medio es “libre”, cada
uno que opine o pase de largo según le venga, ya somos mayorcitos.
No obstante, como uno es un curioso y
lo mira todo, busca sus propias conclusiones a lo que ve, lee o escucha;
a mí me entretiene leer algunas o muchas (no todas) de las respuestas,
aunque procuro no entrar porque, a lo que digas, te responden con sarcasmo en
la mejor de las veces. Muchos se lo
toman a pecho y disertan intentando aclarar sus inclinaciones, con
explicaciones, bastante peregrinas y
cargadas de ignorancia las más de las veces, cuando no de incongruentes; los menos,
intentan aclarar algo explicando
con conocimiento… la “masa” en
estos menesteres es un muro insalvable, ponen todo el interés del mundo en
explicar lo que no saben y ningún sacrificio en aprender lo que quisieran enseñar. Causa perdida.
El que pone en marcha el tema lo hace a
sabiendas y con cierta picardía ¿De qué
si no? Provocando el que se den disparates en todos los sentidos
y bien que lo consigue, pues se hace interminable la lista de respuestas, de
las que he de suponer que saca sus beneficios
“informativos”. Él o ellos sabrán, a mí tampoco es que me preocupe.
Después del ratito de
entretenimiento, queda uno pensativo por lo curioseado y cavila o reflexiona. ¿Goya o Van Gogh? En esta ocasión es la excusa (en otras fue la duda de algunos en poner
a Velázquez entre los cinco o seis “primeros”, o no ¡Vaya tela!) y viendo como tantos se “desgañitan” en la
defensa de la genialidad
del holandés (también los hay
del genio de Fundetodos) no es menos cierto que te empuja el “asunto”, o bien a morderte la lengua, porque no comulgas, pensando quizás como más
positivo mirar algo de futbol por no
calentarte, o te desahogas (como hago) poniendo
a capricho y antojo sobre un papel (o pantalla) en blanco, lo que se me ocurre, sin que nadie me haga borrones mientras
escribo, luego allá cada uno con lo que piense.
No tengo porqué dudar de lo pintado por Vincent van Gogh, hasta ahí me llega el poco
conocimiento que tenga en pintura, aunque para mí no son comparable prácticamente en
nada los dos citados. Tenían carácter y personalidad demostrada, pero mientras
uno lo era de raza y oficio, el otro fue producto de muchos sentimientos
frustrados, por fracasos sentimentales, laborales, de orden religioso, estados
depresivos, crisis personales… y que lo llevaron, a ingresar en Arlés y Saint-Rémy-de- Provence en centros de salud, por problemas psiquiátricos; la misma convivencia
con Gauguin (le hubiese pasado con otro,
el problema era él) lo hizo saltar de sus “cabales” por su incontrolable
temperamento y lo mismo que se cortó parte de la oreja hubiese hecho cualquier
barbaridad, como al final lo hizo dando cuenta de su propia vida, pegándose un tiro.
El “producto de su pintura” fue una
enorme catarata de sentimientos “taponados”, una explosión de incontinencias e
inconvenientes por sus problemas de toda índole, agravados con el de la salud y
precisamente de la mental, nada más y nada menos y ese fue posiblemente el único camino que encontró por
donde verter su personal drama.
Consiguiendo personalísimos resultados, en un periodo corto de vida artística,
lo que no es de desdeñar. Con sus “maneras o formas ocurrentes”
de hacer (no estaba sujeto ni
ayudado por conocimientos de oficio notable) aportó otras vías o ángulos de ver la vida en
sentido pictórico, removió un poco más lo ya bastante movido del momento y en definitiva fue, o sirvió de base, para
que otros tuvieran más caminos donde
elegir, que no está mal la cosa. Lo demás que vino después, ya se
encargaron los que han “manejado” el
tema del arte y los franceses, que en “vender” lo que pasa por su terruño, ponen todo el interés del mundo, demostrado está que consiguen cosas.
Pero Goya fue otra cosa. El aragonés empezó el
oficio por los cimientos y le sacó partido dominando con mucho conocimiento no
pocas parcelas del mundo de la pintura;
dibujaba, pintaba, gravaba y rompió
moldes estéticos con su trabajo poniendo
“al día” la modernidad en la
pintura y todo eso antes que llegara el movimiento revolucionario del
impresionismo y lo que seguiría. ¿O no
son “modernidad” los frescos de S. Antonio
de la Florida o las Pinturas Negras?
Contó con la suerte, a diferencia del holandés, de vivir una extensa
vida y le dio lugar de mucho, pero sin olvidar su dedicación y esfuerzo, que la
puso a prueba hasta los últimos momentos, acorralado en Burdeos pintando “La Lechera”, entre otras “cositas”.
La grandeza de Goya en la pintura
universal, desde el punto de vista del oficio, anda rozando el nivel de los más
grandes; retrató como un Van Dick, echándole además de esa finura, una carga de
“misterio y mala leche” solo al alcance suyo. Cuando le interesó dibujó con la
sapiencia de un Durero y cuando el temperamento le demandó echar de forma
magistral la materia sobre el lienzo, no
anduvo lejos de un Rembrant. Fue el más completo de los españoles desde que pintara
Velázquez y abrió las puertas de la modernidad a la pintura que ha llegado a
nuestros días. Los retratos a la familia
real, el de Bayeu, Jovellanos, los
duques de Osuna, el de Isabel Porcel, Leocadia Zorrilla, Duquesa de Alba, sus
autorretratos… son buena muestra del
mejor oficio y con “pellizco”. Los desastres de la guerra, los caprichos, la tauromaquia… junto con los frescos de La Florida o las
pinturas negras, dan una clara idea de la grandeza del artista. El conjunto de
su obra, por su dominio, conocimiento, capacidad, misterio y duende, entre
otras capacidades, no estuvo nunca al alcance del holandés, lo de Van Gogh anduvo
por otros derroteros; respetable, digno y muy a considerar, pero desde el punto
de vista del oficio de “pintor a lo grande” nada que ver con D. Francisco de
Goya.
Montero Bermudo.
Verano y caluroso del 2.017 en
S. Juan Despi.
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