La vida es caminar
Por la senda porfiada y machacona, aquella
cual sino o pre fijada, por donde
discurre la propia existencia, por ahí, por esa que cada uno orienta o pone rumbo en su caminar intentando adaptar
el ritmo a sus “maneras” y creencias y no con ello me refiero a lo religioso, aunque también,
porque la fe fue siempre el último agarradero donde asirse cuando las dudas y
miedos poblaban de enredos y tropiezos el derrotero. Por ese camino donde al
nacer a cada uno nos colocan de cara y con la “cuerda dada” porque no hay otra
dirección, es el principio o comienzo, hay que andar, no tiene otro sentido ni hay
forma de detenerse, la vida deja de serlo al parar.
Muchos tramos y momentos en soledad,
unos a oscuras y otros a plena luz, ni peor ni mejor, distintos. Cuestecitas y repechos,
suaves lomas y descensos en picado, barrancos y trochas por decisiones de acortar;
encrucijadas o cruces dudosos y decisiones acertadas o fallidas… una vez pasados no hay vuelta atrás.
Las dificultades y la soledad de
tantos momentos, en los que el mismo pesar, transformará el discurrir en caminar lento y hasta apesadumbrado, más como si de un mandato divino se tratara, habrá
que sobreponerse, luchar, resistir y
afrontar esas realidades con la fe puesta
en un devenir más venturoso. Otros, aun
sin la compañía de nadie y rodeado
únicamente de los propios ánimos
y convencimientos, será suficiente para
avanzar sin problemas; los más, se
requerirá de compañía por aquello de que “el hombre no es bueno que ande solo”.
Estamos hechos para complementarnos
por muchas razones y nos necesitamos los
unos a los otros; pobre de aquel que
piense que no necesita de nadie, en el camino de la vida irá encontrando “soledades”
indeseadas que le hablen de su error. El contraste en la comunicación, la ayuda
puntual, el ánimo del que en situación mejor o distinta se encuentra y que será el empujoncito para
superar esa pequeña elevación en la andadura;
la entrega del testigo de aquel que marcha y que para el que termina de
llegar, será el conocimiento adquirido que en donación le queda y suyos también
los avances y el compromiso de salvaguarda y entrega al futuro venidero.
La vida, tremenda encrucijada donde
el mayor reto es salvarse, aun a sabiendas de que el inicio de la misma no sea
otro que el comienzo de una lucha férrea por el retraso a morir. Con todo y
ello, el solo hecho de estar vivo, da a las claras señal de que andamos todavía
en el trayecto y aunque el final será inapelable, todo lo anterior es buena
muestra de la autonomía de la misma vida, ella viene sola y cuando tenga que
marchar lo hará; otra cosa sea la lucha empecinada por no estar de acuerdo,
pero que en este caso, no es más que la mayor utopía en la que andamos
inmersos.
Montero Bermudo
S. Juan Despi, Julio de 2.017
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