Sigo
apuntando cosillas de todo aquello que me llama la
atención, porque me guste o lo contrario, es mi vicio y en estos días, el tema sería
la Semana Santa de Écija ¿Cómo no? mi Semana Santa.
Después de un
sinfín de fotos y vídeos, de mensajitos, llamadas telefónicas y retransmisiones
diarias por TV, queda uno al menos medio consolado con esa “información”, que
no satisfecho (in situ es otra cosa) pero hay que resignarse, este año no queda más remedio.
Me siento al teclado queriendo poner en orden,
en alguno, todo cuanto me llegó por el interés que me despertaron y no me
aclaro. Pongo, quito, vuelvo a poner, borro…
como pequeñas ráfagas de luz y a modo de proyector de diapositivas
milagroso, voy remirando imágenes vividas recientemente y ante mi sin control pasan: Vírgenes y
Cristos envueltos en flores; cruces de guía, banderolas, estandartes, faroles, presumidos
capataces, remudas de costaleros y un bosque de puntiagudos nazarenos. Al
discurrir de las cofradías “santiguaciones” y lágrimas en hermosos rostros
rebosantes de fe; laboriosas salidas y entradas de pasos por arcadas y ajustadas
puertas, donde varales de palios, coronas y cruces, entre suspiros de hermanos,
dinteles y claves de arcos, sin
rozarlos… los besan. Música,
saeta, color y nubes de incienso que a
modo de niebla envuelven el ambiente y como jugando al escondite me disimula
ropajes, dorados, figuras y gente. Caritas
de niños y niñas acosando “revotos” pidiéndoles cera y abuelos embobaos mientras retratistas
como abejas, liban el polen de lo florido y lo inmortalizan; luces de cirios, candelabros y velas, juegan
con sombras chinescas y van montando por las callejuelas procesiones sobre muros… a
capricho: Paredes encalás y ventanas con macetas a pleno sol, en penumbra o con la luz de la candelería; eso y más, vi… que
no viví, en estos días.
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A mi Virgen en
su ofrenda de un viernes de dolor,
Santiago llena de flor, preciosa como siempre… ni el oro viejo en su impronta
novedosa, restó luz a su nacarado semblante.
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Amor de Cristo sufrido y ensangrentado que apareció
por La Alcarrachela meditabundo y rodeado de buena parte de su barrio; en su
caminar, “ocurrentes” saetas cantadas a “pie de peña” con silla, guitarra, palmeros y retratistas; lo de menos el cante, que es un rezo en forma
acostumbrada y con sentimientos para estos menesteres, pero la forma… más acorde quizás con un Septiembre de lunares al paso de coches de caballos. La
“prensa y sus paparazzis” disfrutando, como la “afición”… ¡Libertad! Aunque a veces sea un invento, que no me la quiten si me la dan.
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Ramos de olivos y palmas en soleado domingo, campanas alborozadas que
suenan con alegría; mañana festiva
de estreno para niños que corretean y padres más que contentos… pena la mía, que
la llevo dentro. Cristo en júbilo de ilusiones,
chiquillería y música de banda, que se hermana
con la tarde donde lo más sobrio de mi Semana Santa,
va Cautivo en “su pensamiento” y
entre lirios y manos juntas, hace de rezo el momento y me
aviva los recuerdos de tantos que sigo
queriendo.
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La yedra brotada se agarra al madero buscando la cara de un Cristo emergente, salió de Sta. Ana y de forma pausada lo llevan
costaleros, entregados y sufridos… son gente del Puente ¡Casi
na lo que digo! La Reina de un barrio florido y alegre, que a
orillas de eternas corrientes, Genil que te besa al pasar y entre parterres y
arriates, palmeras y flores, S. Pablo y
su gente se abrazan a Ti, Caridad del Puente… verde Yedra, estrella del río, amor por siempre.
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Martes Santo en
Santiago, Écija plena de Semana Santa; explosión de júbilo contenido por sus
patios, la calle llena de “revotos”…. grandeza,
fe, esperanzas. Tras la venia, serpenteando luminarias como un
portento entró el Misterio por El Salón, a buen paso y mejor son, dejando
absorto y boquiabierto a quien esperaba…
los del “gallo” en manos de quien mandaba, no tienen paragón. Siguió un Cristo expirando,
cuatro cirios lo custodian, rojos claveles tintan su monte; por doquier, capataces y estruendosa trompetería, más la fuerza de la escultura va repartiendo hermosura, joya del arte
barroco que Écija es buena cuna. La elegancia de paso andando roza el Cielo con su
corona, sin despegarse del suelo, la
llevan costaleros, costaleros, costaleros, de los que entran por la gloria que ese será
su fuero… Dolores ni más bonita, ni
mejor llevada, emocionas a raudales y de flores… a mi
lo que me gusta es tu cara y no hay quien remedie que llore.
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Cuestecita de S.
Gil con lo que pesan los pasos cuando tienen que subir. Arracimados en balcones
por ventanas y rebates y a orilla de las paredes multitud de gente esperando, quieren ver al que
baja andando, el Señor de la Salud que viene del Altozano; Écija entera en sus manos, a “puñaitos” llevan la
cera, van alumbrando el camino, Écija
entera es vereda, creencias, fe y tradición “viernes del año” que son historia,
“azotea del picaero” lugar de peregrinación
donde suben los creyentes… y hasta los
que no son. Llegan a pedir fortaleza, a demandar ayuda “pa” pone algo en la mesa, por la salud de la
abuela, por la espera, por los hermanos;
parroquianos que no cesan tras siglos
continuados… para quien no quiere ver, extrañeza.
Cofradía por
Tribuna con un paso de misterio a la mayor altura ¡Fuerza de costaleros! Trompetas como ningunas,
Cristo con sello propio y bajo el palio
¡Ay bajo el palio! Belleza de manto,
carita de nardo ¡Qué virgencita Dios mío! Flor allí en “to” lo alto.
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Despertando
emociones cruzó Confalón la Victoria,
Cañatos, Puerta Osuna y “calle Nueva” entrando por El Salón entre
¡Vivas en revolera! Mecidas en
pies descalzos de hermanos confaloneros, la honra de ese convento que le
llaman de la Victoria, irán todos a la gloria, son orgullo y tradición de una Écija cofrade, que nos pondrá
en la historia.
El “Amarrao”
solo con su presencia contiene respiraciones, pasó por Carrera Oficial andando
como es costumbre; el Señor de una enorme belleza, sereno y al margen de quienes le ofenden, contrasta en serenidad
con las vibraciones de un rococó en el
paso, digno de tener en cuenta. Tras Él: la emoción, el pellizco y hasta la agitación en el ánimo. Confalón
es sin lugar a dudas el paso que marca
la diferencia, ninguno es igual, no hay otro que se le parezca y siendo
ecijano, como todos, que lo son (aunque
algunos se emperren en borrar toda huella de ecijanía, con tal de parecerse a
los de la capital) es el que destaca en
el mantenimiento de una herencia ancestral en las formas, tradición,
costumbre…. Y fiel a su historia como
hermandad, que es la nuestra, la de los ecijanos que aun conservamos el
espíritu y el orgullo de serlo y que no somos pocos ¡Gracias a Dios! Aunque lo chabacano de tanto
snob y “pirujoso” barato llame la atención y nos hagan temer por una
transformación de nuestra Semana Santa,
posiblemente de “primer orden”, en lo
que se entendería como una especie de “Tomatina de cruces y velas”.
Una vez más me emocioné al paso de
Confalón viéndolo cruzar El Salón, se me olvidó hasta los dichosos palcos, solo
lo veía a Él y con ello le aclaro a
Eugenio Benjumea, que en la retransmisión comentaba con Mº del Valle Pardal de
no saber qué sentirían al otro lado de la pantalla quienes estuvieran, porque
él tenía la piel de gallina. Sí amigo Eugenio, se transmite a través de las
ondas no solo algo, sino un mucho de las emociones que tu sentías en aquel
momento… yo, exagerado que lo soy en
sentimientos (soy un blandengues) solté alguna lágrima que otra, mientras comiéndome
la pantalla no perdía “puntá” de lo que poníais. Con los ojos empañados y el pellizco
cogido en la barriga terminé de ver el paso de la cofradía con su preciosa Esperanza
y me quedé con la mía por verla el año que viene ahí por cualquier callecita.
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En Sta. Cruz, La
Sangre se lució en la salida, sobre todo
la Virgen que además iba de lo más elegante y bonita en adorno floral y el
Cristo como de costumbre por Puerta
Palma y su barrio donde acostumbra a echar lo mejor y nunca defrauda. Yo no
pude estar en mi ventana para verlo pasar al entrar por Zamoranos como siempre y me tuve que conformar
con unos pocos de vídeos que vi.
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Se cruzó El
silencio en Sta. Cruz con La Sangre e hizo su recorrido con la seriedad y paso
que le caracteriza. Serio e imponente el Señor abrazado a la Cruz y la Virgen
preciosa, como es Ella, y bien arreglada
de flores.
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San Juan: por
unos cuantos de lugares donde he podido ver imágenes y videos… bien como todos
estos últimos años; no con aquellos arreglos florales de tiempo atrás y que
tanto destacaba. Los costaleros siguen destacando por su forma especial de
llevar tan armoniosamente los kilos, que no son pocos y los que alguna vez lo
hemos probado sabemos de sobras y quien los lleva… capataz serio y sin “pirujos”, como debe
ser.
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Sin Soga: seria
y elegante como de costumbre; el Señor en su línea y la Virgen guapa, guapa, bastante bien de flores y arreglada con mucho
gusto y delicadeza, siempre preciosa… este año más. Me gusta esta hermandad como va, con pocos
cambios y estridencias; en el paso por Carrera Oficial y algunas rinconcitos
sueltos que vi, la seriedad es lo que
sobresale de su estación de penitencia. Humildad por antonomasia, mantenimiento
de ello desde que salieron la primera vez; orgullo para los que siendo pobres, junto
a ellos nos sentimos tratados con toda la dignidad. Algo tendrán que ver las
personas que mantienen esta hermandad con tanto empeño.
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La Merced: más o
menos como siempre, bien; entró el Cristo por Carrera Oficial haciendo un trabajo excelente, salvo excesos
en vocerío de capataces; acompañado de una impresionante banda, sobre todo
cornetas que para mí fueron de lo mejorcito de este año en este tipo de música.
El recuerdo de los costaleros por fuera personalmente lo echo en falta, era
otra de esas imágenes típicas de las que nos arrepentiremos algún día… tanto meneo a las cosas, o no sabemos lo que
queremos o no valoramos lo que hay… la Virgen, que solo por verle la carita ya
se justifica el paso, bien dentro de lo normal, algunos años ha ido mejor de
flores. La salida y la entrada digna de ver por las dificultades y que generalmente
siempre queda en la retina alguna imagen para el recuerdo personal.
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La Mortaja: pasó
por Carrera oficial cumpliendo dignamente con su cometido, seriedad como
siempre y buen paso; no vi cosa especial
que reseñar si exceptuamos la talla del paso mostrando ya sus formas y por
tanto algo más agradable de ver en su estética. La salida preciosa, el color y
el ambienta alrededor de la puerta… una estampa para artistas.
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Entró por El
Salón la hermandad de la Soledad con la expectación que siempre despierta,
sobre todo por Ella, por la Virgen que de por sí, sola ocuparía el cortejo.
La Urna del
Santo Entierro, una joya, que después de la restauración sigue impoluta y de
flores iba exquisitamente adornada. Para
la Virgen todos los piropos son pocos, incluido los ángeles y candelabros, más
las flores… lo mismo de todos los años,
no por eso, siempre hay algo de sorpresa cuando el nivel es de esa altura. La forma de llevarla… algo
caída de atrás que aún da más sensación de fatiga y “tira que llegamos”. La
formación de “romanos” que custodian la
urna, bastante mejor y más completitos que años anteriores, aunque a mí
personalmente esa forma de desfilar…
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Terminaría la
semana con la Hermandad del Resucitado y la Virgen de La Alegría: en general
algo desaliñada la procesión, menos los niños junto a la Cruz de Guía que son
el mejor exponente del Domingo de Resurrección y que ellos solos de por si son
alegría y belleza. El Señor normalito a
su paso por el Salón y por demás lugares que lo vi. Buena escultura y buena
talla en el paso (aunque a mí me gustaba más como lo llevaban antes) algo flojito en flores.
La Virgen
adornada con unas flores preciosas y bien puestas, pero poco más, exceptuando
su cara que bien atiende a su nombre y merece más. Llevándola con sufrimiento,
salvo momentos que supongo la rabia y el orgullo de algunas de sus costaleras,
haría mantener el tipo. Hay cositas por
arreglar replanteando las formas y mirando atrás de lo que son capaces. Porque lo han hecho.
Montero Bermudo.
Pasado Semana Santa de 2.017
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