Al pie de Trevinca: tierras, agua y piedra…
Superponiendo sentimientos
a modo de veladuras, un pequeño y delgado manto de historia ha ido el tiempo
agregando “capita a capita” sobre la anterior sin llegar a cubrir la verdad de
cada una, transparencias que permiten adivinar siquiera algo de lo mucho que encierran
estas hermosas piedras; las unas sobre las otras, bien trabadas y sujetas entre
sí, pero sin apretar, sin oprimir y permitiendo
a la vez que aseguran y recogen el conjunto, dejar vida en cada trocito de
ellas.
Todas y cada una en su forma o tamaño, de por sí representan un tiempo pasado,
presente y futuro, porque están vivas y como
siempre, a diario vuelven a ofrecernos
de forma casi perenne sentimientos y
amor del enclave donde la mano sufrida y querida del hombre, las dejó en
completa harmonía con el entorno y amorosamente colocadas por acuerdo mutuo
para la convivencia con el paso de los tiempos y su gente.
Ellas, como la tierra, esparcen al
viento y a quien las “escucha” viejas, viejísimas y nuevas historias, porque
hablan, ríen, lloran, transmiten, nos cuentan y obsequian “ternura” a través de
su aparente dureza (naturaleza de su esencia) porque la piedra en estas tierras
representan lo que son: laboriosidad, dureza, verdad, orgullo, lucha, pelea y
resistencia… “morriña” y amor,
sentimiento y dulzura a raudales, porque así es Galicia.
Montero Bermudo.
Primavera 2.017
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