Concierto de Año Nuevo
Un año más, la Marcha Radetzky de
Strauss, fue el broche de cierre en un Concierto de Año Nuevo que interpretara la Filarmónica
de Viena. El director y músico venezolano Gustavo Dudamel hizo, para mi gusto,
una interpretación magistral y no por prescindir de los “ataeros” de
partituras, aunque ello demuestre el conocimiento y la “puesta a punto” de un
músico genial, si no por su “construcción” del propio concierto y la capacidad
de dirigir tan personal. Una primera parte más escueta y a modo de “entreno o
calentamiento” llena de oficio y profesionalidad y la que daría paso, previo el
reportaje acostumbrado (algo más soso que otros años) con un inicio
contagioso-musical y bello como personal de ejecución a una segunda parte
vibrante y con sello propio, donde todos los “profesores” dieron el “do”, pero el venezolano administró las
riendas con un oficio y “maneras” de asombro
¡Ole los músicos de verdad! ¡Viva
la música!
Extraordinario el
Coro de Amigos de la música de Viena y
el duende hispano-latino con los palillos o castañuelas incluidas se paseó por
el concierto con el recuerdo de Pepita de la Oliva, la bailarina española a la
que Strauss dedicara esta polka: Pepita y el exorno floral, al margen del poco aprecio
que le hiciera el regidor, con un sabor tropical inconfundible daría en sus
rosas fucsia y palo, junto con
los amarillos reales, limones y verdes
ácidos de la ananás incluida, un
recuerdo a la cuna del músico-director (indudablemente consciente) donde la misma forma me aportara recuerdos de
un Daniel Vázquez Díaz en sus frescos del Descubrimiento.
Se entretuvo el
regidor en hacer barridos de cámaras entre columnas y el rancio y algo manido
del oro de las molduras, obviando la frescura
y belleza del exorno floral, excluyendo quizás el ramo ofrecido al director antes
del Danubio y del que cabría decir cualquier piropo por desorbitado que
fuera ¡Ole por los artistas! Digno él solo, de tener un primer plano por su
belleza.
Aunque uno no sea entendido, sí que será
posible al menos, tomarse licencia y en función del gusto, más que del
entendimiento, opinar que el Concierto, sin el “glamour” en la dirección de un
Varen Boeing, ni falta, (con todos mis respetos porque es de admirar) estuvo a
una altura más que digna; precioso y con oficio a raudales, conocimiento y
saber hacer y que a los que nos gusta la música sin necesidad de florituras nos
llegó.
Y ahora, mientras
llega el próximo a poner en marcha el año que hay mucho por hacer.
Montero Bermudo.
S. Juan Despi, Año Nuevo 2.017
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