Tradiciones
Huele la “Cueva del ermitaño” a guiso
de habichuelas, el fuego que todo lo purifica lentamente va trasmitiendo al puchero su
energía y en su ebullición, los borbotones al que el calor somete irremediablemente, esparcen en el ambiente un olor especial a pimentón de La Vera y a chorizo leonés y junto con el aroma a herbácea seca que suelta en su cocción
la legumbre arriñonada, se va impregnando e introduciendo en el ambiente el
perfume del rito y la magia de la Noche
Buena, completará con el beneplácito de
Dios y el hombre hecho tradición, la acostumbrada cena familiar a celebrar.
Si hay algo por lo que resiste uno
estoicamente las Pascuas de Navidad,
después de lo que se están convirtiendo en estos últimos tiempos, es por el recuerdo de lo vivido junto a los
que ya no tenemos cerca y por ciertas tradiciones particulares entre familias,
que dan algo de fuerza y compromiso para sentirte todavía dentro del “juego”.
Cada uno se las busca como puede y
como mejor se las entienda ¡Viva la
libertad! A mí me gustaba más el
sentimiento familiar de antes, la unión y la verdadera convivencia entre los
que creyeran más o menos en la religiosidad de la fiesta (hasta eso daba igual, la libertad ante todo)
y los que les traía al pairo el sentido místico de la misma con su nacimiento,
la misa del gallo y lo demás, pero había una voluntad muy arraigada en ofrecer, colaborar y dar de sí
hasta donde se pudiera. Sobre todo al indefenso o necesitado por las razones
que fueran.
Se juntaba la familia, las amistades
y el vecindario; se participaba de la “Fiesta” se convivía y
hasta se “usaba” de excusa para “ser bueno” aunque fuese puntual. Ello ha
terminado por convertirse en “La Fiesta
del despiporre”, se paga la bula (algunos desgraciadamente ni eso) dándole un
kilito de arroz o un paquete de leche al que lo pide en la puerta del súper (si es turrón que no sea del caro) y hecha la
penitencia, aquí está el tío (o la tía) dispuesto a convertir estos días en su
particular “tomatina” tirando contra quien sea los “tomates de su hacienda y
poderío”.
Los que no comulgamos con la
transformación que se le ha dado a esta sociedad: consumista, hipócrita, vana,
despreocupada e irresponsable, ignorante, “rompelotodo”, snob y más que perdida, entre el “Poderoso ” comercio y el politiqueo barato de progres de pacotilla (circulo vicioso de
banalidades que la mayoría entra pensando que si sale mal no es su culpa, esto
está montado así) nos tenemos que
recluir en reductos cada vez más acotados y estrechos, pasando por: catetos,
pueblerinos, antipáticos, ignorantes, atrasados, resentidos, rancios, viejos, agrios,
anticuados… hasta fachas cuela y como
el muro es alto y grueso, en vez de estrellarse uno, inútilmente pensando en volcarlo, lo ideal es sonreír como
un muñeco y como es mi caso disfrutar hasta donde el estómago me lo permita con
mis habichuelas en Noche Buena junto a parte de la familia; mi concierto en Año
Nuevo y soñar hasta bien amanecer, con
las ilusiones del niño que lleva uno dentro la Noche de Reyes. No hay más.
Montero Bermudo
En S. Juan Despí,
siguiendo la tradición familiar en el día de Noche Buena, 2.016
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