Las últimas boqueadas del verano
Parece ser que el verano da una tregua, hoy se nota algo de brisa y más
fresca que estos días atrás y que además
de escasear, era cálida. Todo ello más
la humedad que es alta por esta zona de España, nos ha hecho pasar unos cuantos
días de agobio veraniego. No por eso, queda el veranillo del membrillo que nos
dará todavía algunos momentos, de peregrinar al “frigo” por la botella del
agua; pero el verano está listo.
Como todos los días de los
últimos cuatro años y pico, sin faltar, esta tarde salí con mi Lola de paseo y
con el poquito de cambio de las temperaturas, íbamos como más animados; ella
que se resguarda del sol y le huye como si fuera albina, no hacía carreritas de
una sombra a otra como de costumbre y lo aceptaba. Hemos podido recrearnos
mirando cositas del campo y mientras yo
me hacia el despistado ha comido algunas yemitas verdes, yo no, y olisqueado
algunas flores, esto los dos. Al borde del camino, además de las cañas, unos pocos de árboles variados y un montón de
arbustos de muchas clases, hay una especie de padrón en un tramo que por toda la
orilla lo pueblan enormes “Sampedros” y estos, que están en su momento,
perfuman el recorrido mientras andamos cerca. Antes los habían de varios
colores: amarillos, blancos con pintas, rosa violáceos con mechas blancas,
anaranjados y rojos algo claro; ahora
son todos de color rosa casi rojos y esto no sé por qué será, los unos han
podido con los otros y yo que soy muy curioso lo preguntaré a un amigo
jardinero que tengo, porque hace tiempo que me di cuenta y quiero saber.
Hay unas cuantas de higueras repartidas a lo largo del recorrido y sobre
todo una, supongo que sería por la
dirección del poquito de aire, nos empapó de su perfume dejándonos las pituitarias
o mucosas nasales impregnadas de su característico olor… me acordaba por momentos, mientras merodeaba alrededor,
de algunas veces que estuve por: Bodonal, Fregenal, Jerez de los Caballeros o
Zafra y las había bien grandes y hermosas con estos olores.
Ahí en ese punto estábamos, entretenidos mirando y disfrutando de la
fragancia que emanaban de la higuera, los “Sampedros” y el jazmín del viejo
muro colindante a donde nos encontrábamos, contándole a mi perrita las
acostumbradas pamplinas mías y que ella,
como ya me conoce, hace gestos y me sigue a su manera, porque es listísima y me
da la coba. No nos dimos cuenta y de pronto se acercaron camino abajo un grupo
de cuatro o cinco, de estos “modernos” senderistas de ahora con bambas, que salen a diario a tomar contacto con la
naturaleza.
Pararon la conversación… ¡Buenas
tardes! – Dijeron a nuestra altura - ¡Hola! - Les contesté - y mi Lola resopló por no ladrar.
Llegaron hablando de futbol y con ello siguieron camino abajo… ¡Qué
lástima Lola! Hasta el olor de la higuera se ha cortado ¡Vámonos!
Rompieron con su presencia el encanto, el hechizo y la magia del momento; con
lo a gustito y distraído que andábamos nosotros envueltos en el embrujo de esa
tranquilidad, con nuestros pensamientos elevados a la belleza de esa poquita
naturaleza que podemos disfrutar y aparecen con el contagioso, empalagoso y más
que pesado temita del futbol de los coj…
Hasta la perra quedó cortada y salimos los dos ligeritos camino arriba,
con muy mala uva yo y ella algo extrañada del parón en nuestro juego. ¿Sabrán o
les importará a alguien, la pesadez que representa para muchos el tener que
escuchar las veinticuatro horas del día, la simpleza del tema en cuestión? Sin
respetar hora o lugar; se levantan y se acuestan así… ¡Qué pena de sociedad!
Montero Bermudo.
S. Juan Despi, al final de la
calor del 2.016
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