campiña ecijana

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lunes, 17 de octubre de 2022

Leyéndole a mi Lolita


 

A mi Lola, porque la quiero

       Yo quiero hablar como tú… aunque sea ladrando, ya me da igual todo aquello que digan, he llegado a soñar en expresarme de esa forma y no es capricho. Yo comprendo que ladrar sería incomprensible por quienes me rodean… y mal visto, no encajaría porque son maneras que en verdad a quien corresponden es a los perritos y es además, sinónimo de hablar mal y desentonado o con exabruptos … cada uno que valore como le dé la gana y más en estos tiempos de “lumbreras innovadores” que cada día se despiertan con una ocurrencia nueva, en cuanto a la forma de expresarse, junto al criterio más extraño del mundo  ¿No es peor eso que ladrar? solo pretendo entender con más claridad cositas de las que cuentas y recrearme con propiedad, de lo que ahora no entiendo.

       Qué lástima que Dios no me haya dado esa capacidad y no solo de tu entendimiento o fidelidad a cuantos te rodeamos, sino a poder “hablar” y gesticular como tú haces y con ello entender tu leguaje, el que observo más competente y completo, porque en ello vuelcas nada menos que la naturalidad íntegra de tus sentimientos, por lo que cada vez estoy más seguro en: lo moderno, cabal, simplificado, pero denso al mismo tiempo, cargado de sentido y con más veracidad y cercanía a lo que la consciencia manda...  en definitiva: abreviar, que es avance y facilidad en la comunicación, de lo que me llevas ventajas.

       Tú con tu saber entiendes mis formas, maneras de hablar y hasta de gesticular, sin embargo, yo muchas veces no sé decirte las cosas por no tener capacidad para extraer de tus conversaciones, cuánto me quieres comunicar; me siento torpe y “verde”, un simple aprendiz de animal, porque lo soy también, con mucho por aprender y por más que lo intento no llego a ese nivel que los perritos tenéis. Te digo más Lolita, a veces creo que ni yo mismo me entiendo… ves calculando mi nivel.

        Los seres humanos, somos débiles, solo hay que mirar el ego y orgullo que llevamos puesto como escaparate; engreídos y vanidosos, rencorosos, torpes y soberbios, ejemplo quizás de cómo intentamos enmascarar el déficit. No somos claros, si no ¿De dónde eso del carnaval, Halloween y un puñado de fiestas en las que lo más valorado es lo estrambótico y con los resultados más bochornosos del mundo, pero que a la gente les encanta…? Tapaderas y escusas Lola, para esconder “autorizados y permitido” en un acuerdo por todos, las miserias internas de cada uno. No sabemos calcular y damos valor a simplezas que solo llevan el celofán o el lacito del glamour ¡Cuánta vanidad! y se nos escapa lo esencial, lo que lleva contenido y bien que vosotros los perritos nos demostráis a diario el camino de por dónde se llega, pero por una oreja me entra y por otra me sale…. ¡Mecachis en la mar!

       Quiero jugar a decir cosas, quiero encontrar a quien las escuche, presiento que me iré repleto porque la vida se pasa y no termina uno nunca de salir de ese tabú autoimpuesto, que frena el contar lo tuyo con llaneza y alegría. Demasiadas trabas, complejos, prejuicios y el qué dirán, que nos atora tanto y mi perrita, sin pirujos ni “endiosamientos” de estudios y “cultivo” universitario, lo resuelve de forma y manera simple: me mira, mueve su rabito y está todo dicho, ahora solo falta que yo aprenda y me ponga a la altura que debo…  hay que modernizarse. La vida debería ser otra cosa y no esta, “tomatina” continua en la que el que más vale es quien tiene más kilos de ese rojo “ombligo gordo” de los antiguos mejicanos para imponerse, ejemplo de las ocurrencias o “inventivas” más vulgares. Aún y así, ya no se tira la cabra por el campanario, algo hemos ganado… pero poco.

Montero Bermudo

Otoño de 2022

 

 


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