campiña ecijana

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sábado, 4 de junio de 2022

ORO de Astigi para un buen salmorejo


 

Hoy tocará salmorejo

         ¡¡Ave César!! Ha llegado el “cargamentus” de la Bética de Hispania…

dijo a pie de unas escaleras de mármol mirando arriba y estirando el brazo al frente, tieso como un legionario del Tercio Duque de Alba, un romano con su casco y su plumero, cargado de fuertes chapas repujada por alrededor del pecho y lleno de cuero hasta el dedo gordo del pie con sus sandalias o caligaes y con más tirillas que un talabartero. Estaba entre nervioso y lleno de satisfacción, porque sabía que aquello eran noticias esperadas por “el Jefe” y cuando estaba contento y, esto no era para menos, todo eran risitas, campechanía y compadreos.

      ¿Lo mío llegó bien? Preguntó el hombre más poderoso de la tierra que se conocía, con una sonrisa disimulada que le llevaba la comisura de la boca a la oreja, sin poderlo remediar y con el desparpajo atento y en espera de afirmaciones.

        Llegó lo del César, llegó…     1948 ÓLEUM AOVE Ecológico de Astigi   lo mejor que encontramos por ese sur de la Hispania nuestra y que aportándonos tantas alegrías, algún día tendréis que poner un Arco de piedras talladas a la entrada de esa Colonia Augusta Firma, dijo aquel encargado de la alhacena particular del “jefe supremo de todo lo habido y por haber”, aludiendo a ciertas posibilidades para con su terruño, él había nacido en Astigi.

        Venga, venga que se te ve el plumero…  (¿Qué tontería no?)  Dijo el César apremiando a seguir en lo que iba.

         Muy bien, que lo pasen a mi “tabernae” particular, con cuidado que no se rompa nada y ahora mismo bajo a comprobar el género. Era un sibarita y un glotón y la “paga” le permitía tener cualquier capricho por lejos que estuviera de su palacio. El “armao” danto un taconazo que sonara en aquel recinto como una pedrada en puerta de madera y un cachetazo con su propia mano en el pecho, dio media vuelta haciendo el retorno por aquel enorme pasillo rodeado de mármoles, frisos, columnas y esculturas de todo personaje público: vivo o que ya no estaban y entre una hilera interminable de cascos y plumeros que formaba la Guardia Pretoriana, sus escolta y protección (el poder era equivalente al miedo que tenían) aquello era más una entrada de la Macarena por Campana, que un acto de servicio o protocolo al jefe ¡Qué barbaridad! Unos tanto y otros tan poco…

          ¡Vamos a ver! Dijo el César una vez ya en aquel habitáculo alejado de la vista y el curioseo de nadie, donde guardaba sus caprichos y joyas que le eran traídos desde cualquier parte del mundo por sus servidores.

          A ésta, quítale la corcha, dijo y el “centurión de la manduca” destapó aquella ánfora para que su dueño y señor acercara la nariz hasta dar con los ventanillos sobre la misma estampilla donde quedaba patente: Las Delicias, como lugar de origen….    Uuunnnnn… respiró hondo y acto seguido mojaba el dedo para llevárselo a la boca.  Hay que reconocerlo, confesaba una y otra vez, ni el oro de las Médulas del Bierzo me aporta más satisfacción y repetía en otra y en otra… hasta comprobar que todas eran correctas.

           Esto bien cerrado, aquí que no toque nadie, ordenó antes de desaparecer por aquellos vericuetos del Palacio y si me entero que alguno mete las manos: lo crucifico, sentenció (era la norma, en aquellos tiempos no se andaban con chiquitas)

           El largo camino que diera inicio allá por Las Delicias, aguas abajo del Puente hierro (entonces no estaba) y que por Segovia y Palma hasta Híspalis navegara para cuadrarlo sobre embarcaciones capaces de surcar el Mare Nostrum y de ahí hasta atracar en Ostia, para terminar, haciendo en el último tramo por el Tíber en aquellas “navi oleari”, había concluido.

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            Un sobre salto seguido a sendas palmaditas sobre los hombros me hicieron salir de aquel mundo, donde me encontraba.

         Quilloooooo… que estas hablando solo, me dijo mi mujer zarandeándome ¡Venga hombre! que te has quedao durmiendo ahí pegado a lo que te han traído del pueblo y llevas una hora diciendo tonterías, que hasta el perro te mira asombrao….   Ves preparando la macetilla y la machacaera que digites que harías salmorejo, remachó con exigencias.

       Me levanté del sofá y recogí como pude la mercancía, aún sin despertar del todo. Manías que uno tiene desde que nací y en nombrándome Écija me descompongo… Perdón, perdón…

 

          Montero Bermudo, 3 de mayo de 2022

 


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