campiña ecijana

campiña ecijana

sábado, 21 de agosto de 2021

Por el respeto y el amor a mi perrita


 

La libertad de mi perrita

        Contenta y sacudiendo sus orejas acude a la entrada donde le espera el collar para la salida. Corre, anda y se estira por cualquier lugar de la casa, todo le pertenece, nadie le priva del derecho que la respalda en moverse a capricho por donde se le antoje. Sin tocar nada que no esté asignado para ella, respeta a los demás y se limita a vivir “de lo suyo”, agradeciendo constantemente y defendiendo a todos los que le rodean. Se entrega sumisa mostrando su cuello por donde la he de abrazar con la correa del collar, quietecita y estirando el morro hacia mí, con la intención de facilitar el acto más injusto y dictatorial que cometo con ella; no le importa otra cosa y no pierde el tiempo en conjeturas ni cábalas del porqué del atadero obligado para antes de abrir siquiera la puerta.  Jubilosa y contenta solo entiende que sale a la calle, que va de paseo a estirar las patitas y verse con algún que otro congénere, amén de sus necesidades fisiológicas.

        Yo razono más cosas además de esas, se me queda por momentos el pensamiento fijo en la acción de mis manos rodeando su cuello con el fin de llevarla dirigida, controlada y sometida…    arroyando su libertad e imponiendo mi poder sobre ella y mientras cada uno de los dos con nuestro mundo a cuesta, corremos a todo meter escaleras abajo, me siento un déspota impostor que de manera hipócrita la engaño con el aliciente o premio de sacarla de paseo, pero sujeta como un juguete inanimado, al que dirijo a mi antojo y disfrute sin más sentimiento que el propio capricho de considerarme “gobernador” de una vida “amaestrada”.

      Responsable que no domador, me veo en el compromiso de actuar de forma que no quisiera y que, en el fondo, a regañadientes acepto, por no encontrar camino de una revelación con menos contratiempos y faltas, que la propia humillación a mis sentimientos. Ella, noble y limpia de conciencia e intenciones dañinas, no merece ceder a mi imposición de salir amarrada, cual preso peligroso, mientras otros sí, de los llamados personas que ensucian, molestan, provocan, destruyen o se apropian de todo lo ajeno que llegue a sus manos, por el medio que sea, justificado o no y que estos si deberían andar sujetos por cualquier clase de collar, hasta bien no demuestren estar en condiciones para andar sueltos entre los demás animales que componemos la sociedad.

       Mientras no seamos capaces de darle un vuelco a esta sociedad de inútiles, donde tanto “poderío” hemos adquirido pensando que nadie se ha dado cuenta, haremos el ridículo más alarmante del mundo ante Dios o la naturaleza, pasando por la vida cual ráfaga de pestoso aliento y que en el cosmos habrá de transformarse por el bien de todo lo que falte por llegar. Lola, amiguita mía, compañera del alma…  quiero que sepas que ando en desacuerdo con estas costumbres o leyes en las que me obligan a llevarte sujeta; quede claro que el peligro está en ellos y no en ti…  terminaré sujetándome yo por la otra punta de la correa… ¡¡Vámonos a la calle!!

Montero Bermudo

Con ella a los pies mientras escribo, a 21 de agosto de 2021

       


No hay comentarios:

Publicar un comentario