campiña ecijana

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sábado, 18 de mayo de 2019

Ayer "día das las letras galegas"





“Galicia docemente”.
“Galicia é o que vemos: a terra, o mar, o vento; mais hai otra Galiza que vai no sentimento…”.
      Del salpicadero del coche, donde “embutido” entre lucecitas y adornos de plásticos se encontraba el aparato de radio, surgía una música agradable, un poco melancólica y a ritmo o cadencia como de ir columpiándose, suavemente… una fusión o mezcla entre bolero y guajira que los componentes del grupo “Son do Sil” compusieran para cantar esa bella letra: “Galicia”, del poeta lucense Manuel María. Nosotros volvíamos hacia A Veiga desde el Barco y la Rua; algo cansados ya de tanto trajín, emocionados, satisfechos y más que contentos por la mañana tan completa de: turismo, ocio y esparcimiento y que sumara ya otras tantas jornadas por las Tierras Altas de Galicia, la que diera en su ida con visita a Las Ermitas para empezar el día, lugar emblemático por la zona y bellísimo rincón en un paraje de naturaleza que abraza y no te suelta y que sería seguido por otros tantos rincones desconocidos por nosotros, donde pudimos disfrutar de una mañana preciosa.
      Una curva a izquierda, otra a derecha, una subidita, algo de rellano seguido de algo más de subida (bajada ya ninguna); hacia un lado el terreno bien alto y con vegetación exuberante, chorros de agua y pequeñas cascadas repartidas a voleo; al otro: barranco, precipicio o gran desnivel, panorámica, vista espaciosa, troncos inmensos de viejos castaños al pie de carreterita donde a duras penas cabían dos coches y debajo de aquel, más cercano cielo ya,  por donde íbamos: O Barco, A Rua y el inmenso valle junto al río;  algo más al fondo el Bibey entregando sus aguas al Sil,  las nubes y, envuelto entre la propia bruma y color de esa luz que ofrecía el día sobre el valle, el horizonte montañoso en la lejanía, más allá de las tierras de Valdeorras…  del aparato donde Marconi pusiera tanto empeño y aportaciones, seguían fluyendo las dulces notas de aquella preciosa música que amenizaba el ambiente reducido, pero comodísimo, donde íbamos extasiados deletreando el poema a Galicia, quizás como si ninguna otra música hubiese sido más acertada en aquel momento; precioso arreglo e interpretación de unos músicos portentosos, los que en apariencia podrían ser otros “copleros” cualquiera, pero que a poco que uno fije el oído, denotan conocimiento y excelente gusto. Mi José sonreía al volante al compás de las curvitas, pero atento al trazado del camino, el que conoce perfectamente, como la música que nos puso, mi hermano es un lince y sus poros son una fuente por donde mana la sensibilidad más exquisita  
“Galicia é unha nai, vellina, soñadora: na voz da gaita rise, na voz da gaita chora…”
     Seguía sonando la música y la ruta también con el sol de aquella mañana preciosa del mes de enero, entrando como invitado de lujo por las ventanillas, cuando la orientación del camino ofrecía vía libre mirándolo a la cara.
     Buen final y comienzo de año en tierra tan principal y a la que he llegado a cogerle tal cariño, que no me importaría “perderme” por ella, en el primer momento que la ocasión me brinde oportunidad. Mientras tanto, seguiré recordando: lugares de encanto; paisajes de cuentos; pueblos y ciudades maravillosas; gente sencilla, simpática, recia, hospitalaria y sabia…  piedras, agua, naturaleza y el sonido de gaitas señalando al cielo donde luminosas estrellas alumbran al peregrino, al mar, a las montañas y a los poetas…   
Galicia docemente está ollando o mar: ten vales e montañas e terras pra labrar… “
Montero Bermudo. 
En el “Día de las letras galegas” memorando los albores de este  2.019

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