campiña ecijana

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domingo, 7 de abril de 2019





¡¡Vengan de Écija primaveras!!
          “… A la hora convenida, como un clavo me encontraba con mi faja y mi costal, en la preciosa portada que da acceso a esa iglesia  Monumento Artístico  que es  Santiago, con los arreos de brega  bajo el brazo, apoyada la espalda sobre un trozo  de ese aporte que hizo  Estepa  a la historia de tanta fábrica en esta bendita Écija, recorriendo con la mirada la barrera que circunda a esa cruz de Camposanto, otrora en el lugar donde nos fajamos y con la mente puesta en el compromiso y la palabra dada…”
-Y se dio todo como en un sueño, un sueño que perdura y se manifiesta reverberante cada una de las primaveras que brotaron seguidas de aquella. Una historia personal, misteriosa y enternecedora que zarandea la consciencia y los sentimientos más profundos, colocando ese trance en mi propia historia, como un trofeo depositado sobre la peana, que junto a mi cabecera andan todas las noches para compaña de mis mejores sueños. -
          “…Cuando aquel día  bajamos el paso en su sitio  ya dentro de Santiago, después de tan sorpresiva y tremenda experiencia en aquel lugar de encantamiento, como flotando en un  mundo irreal  donde  soñando y despierto andaba la quimera,  extasiado y falto de resuello quedé un instante de rodillas, con los brazos estirados y sin soltar la trabajadera buscando el aire necesario siquiera para seguir vivo y con una idea ya concebida y muy concreta: mientras me dejen y las fuerzas me lo permitan, yo no me separo de este sitio ni de esta gente; le di las gracias a la Virgen que arriba estaba y me salí como pude y hacen los novatos: rodando y casi arrastrándome por el suelo; la miré intensamente satisfecho y agradecido, pretendiendo con ello transmitirle muy en serio mis deseos para el año siguiente, yo en esto no gasto bromas y le “robé” una flor como recuerdo para mi señora que esperaba impaciente a ver en qué quedaba todo aquello.
           Metido en ese mundo ahí debajo, se ven imágenes que cada uno sabrá guardar en su alma como reliquia para los restos, imágenes que enseñan, que transmiten humanidad y compañerismo, que marcan y que quedará en la memoria del que sepa verlas como enseñanza, como ejemplo y modelo a seguir porque la vida es o debiera ser eso: repartir, dar, entregarse, estar dispuesto…           
          He visto cómo y con qué entrega se ayuda en el esfuerzo al compañero, con el cariño que se le arregla el costal al que no sabe por dónde meterle manos, cómo se llora por el que desgraciadamente se ha ido, cómo se reza, cómo se aprietan los dientes y se clavan las uñas de rabia en la trabajadera donde te agarras para explotar si hiciese falta, porque esta “levantá” va por la madre o el padre de uno de los nuestros  que este año ya no está, y a ti, que ya te faltan también los tuyos, no te importará partirte en dos si fuese necesario acordándote de ellos y, la cara chorreando de lágrimas de ese padre que da el costal como testigo colocándoselo al hijo y reír, reír a carcajadas sujetándose las quijadas con una mano y los mocos de un sorbetón mientras el más capaz de contenerse intenta ponerse serio y con un aviso por su parte mitiga por momentos el descoloque:

¡ Señoreeees, por favor, que se escucha todo desde fuera !  …”
            
           -Llegaron más lunas de Viernes Santo y una a una fueron pasando y en el poso que fue quedando, mezclados recuerdos de azahar e incienso que remueven los bríos… las pocas fuerzas que van quedando y el amor a los amigos. Con todo ello hay de sobras y por tiempo todavía; la memoria rebosante, más la veteranía y…   ¡Vengan de Écija primaveras!  Que aquí hay un costal y una faja para la ecijanía. –
Montero Bermudo.
S. Juan Despí, con el punto de mira en la Semana Santa 2.019

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