campiña ecijana

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viernes, 30 de noviembre de 2018

El Dios Marte de Velázquez





Mi pasión por Velázquez
Como un río de refrescantes virtudes pictóricas, mientras cruza el soberbio ropaje, zigzagueante cae adaptándose a los pliegues bellamente construidos y bajo el bastón de mando de general de todas las guerras, queda proyectado ese reguero carmín traslúcido donde la atmósfera quedó prendida y, mientras envuelta en el aire existente, donde el que observa se recrea anonadado, florece con más fuerza y luminosidad, ese rosa violáceo con reminiscencias venecianas de un tiempo en aprendizaje, donde Tiziano y su mundo, dio color y forma a carmines y azulados que eran escuela de aquellas lagunas. Entronques de una raza, donde bisontes rojizos en profundas oquedades y que fueron y son reliquias de un mundo lleno de hispanismos, más luego de tantos siglos transcurridos parecen que son hermanados aquí, con los más puros conocimientos estéticos y coloristas, de una Venecia de mar y luz como ninguna.
Entre el virtuosismo de magistrales pinceladas, donde la elaboración en un cálido rosa, crea pliegues con maestría por unas manos y conocimientos difíciles de calibrar, la sensación del que observa (yo) queda hasta paralizada, por no irme quizás, por atrapar el momento de éxtasis al que uno cree llegar, por no perder la oportunidad del disfrute de tanto misterio, para no olvidar por un tiempo (el más posible) lo descubierto aquí y no es casual que ante el artista más grande que dio la pintura universal, se sigan descubriendo “rincones” cada vez que te acercas a su obra.
La mano del personaje retratado en cuestión, queda tapada como un misterio a resolver, por ese gran pliegue de primer término, la misma que sujeta poderosa ese bastón de general de la guerra, el mismo que en decaimiento circunstancial y pensativo posa sentado al filo del lecho, donde quizás fuese sorprendido…   ¿Andaría cerca aún Venus? Esa diosa con la que tuvo amores reconocidos y descubiertos…  ¿Sería Vulcano en venganza quien aportara el desánimo con su correctivo al “destape” del asunto en cuestión?
La magistral “mancha” de sombra a la que aludo en mis observaciones, queda al margen de historias y alusiones mitológicas que, si bien fueron perfecto motivo con el que acometer la representación pictórica, como a mí también, nos preocupan menos y aquí lo que nos mueve son los propios intereses de una técnica insuperable a la que supo llegar Velázquez, entre otros, en este Dios Marte que he vuelto a ver esta mañana en Caixa Fórum de Barcelona.                     Montero Bermudo. Noviembre de 2.018

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