campiña ecijana

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viernes, 28 de septiembre de 2018

Pesadillas nocturnas


Toros en La Monumental     
          Me quedé dormido con unas revistas de El Ruedo en las manos y eso que no quería, porque recién comido y por la noche no es bueno, pero después del festín gastronómico de setas con ternera gallega de las que compré en La Boquería y el regusto ojeando páginas y fotos de un montón que guardo de aquel semanario que en mi juventud editara “La Prensa del Movimiento”, terminé como un pajarito…
           “… Ataviados a lo “Ágata Ruiz de la Prada”, renovados, con una especie de pamela en lugar de plumajes y a lomos de dos modernos scooteres ambos alguaciles dieron la vuelta al ruedo “despejando la plaza” como marcan los cánones, apañaron llaves de toriles y previo saludo al presidente, dio comienzo el festejo.
           Rompió la música y se hizo sonar: “Condado torero”, pasodoble magistralmente interpretado por la Principal del Ampurdán, con ello se iniciaría el paseíllo sobre una gran estelada de pétalos del Maresme que para esta ocasión cubría el albero; era fiesta a lo grande y como en las mejores tardes no faltó un detalle. A las cinco en punto de la tarde las cuadrillas con sus mejores galas cruzaron el ruedo en monopatín para saludar a la presidencia: espadas, subalternos, picaores, monosabios, mulilleros y areneros más dos personajes encorbatados y con lazo amarillo en la solapa, que ya en el patio de caballos se les vio merodear entre las cuadrillas repartiendo panfletos y al cortejo se apuntaron sin que nadie supiera pa qué. El presidente hizo un leve gesto con la cabeza y el caganet que hacía la puerta en toriles ni se inmutó, pero sonó el clarín y ¡Ah amigo, ahí te quiero ver! y seis morlacos seis, pota blaba pratenses de la ganadería de los Herederos del Gran Balduino desfilarían en su orden por la puerta de los sustos poniendo en pie a la muchedumbre concurrente. Bien presentados, con raza y que darían buen juego en su lidia, aunque algo faltos de trapío ¿Qué querían?
          La tarde entre plumas saldría entretenida, habiendo un poco de todo y entre seguidores enfervorizados y detractores, más alguna que otra pancarta y bandera alusiva a no sé qué república se colocarían también los venidos de no sé dónde menospreciando o negando este arte y desde la otra orilla de la Gran Vía o Marina animaban el cotarro con sus cánticos y vocerío, mientras unos cuantos de mossos controlaban y defendían lo que ahora ya era legal.
          El nuevo reinicio de los toros en la Ciudad Condal un acierto en general y no solo para turistas, que los hubieron, también los clásicos tendidos donde antaño se dieran cita la flor y nata de la afición, volverían a estar a tente bonete de aquellos o sus descendientes y sentados sobre los respaldos con los pies sobre los asientos, vivirían una tarde de nervios y sobresaltos; de emociones, abrazos, bota de vino y hasta de llonguet amb  tomáquet y butifarra blanca y algún que otro chiflido al presidente o su asesor…  tiquismiquis siempre los hubo y el tendido del siete, lleno, pero la gloria del arte taurino resurgió de sus propias cenizas y entre sueños cruzó el albero la estoica figura de Manolete, la capa de Domingo Ortega y la de Joaquín Bernadó, el arrojo de Chamaco, el Litri y Palomo Linares; la finura del diestro de Camas y Diego Puertas, Benjumea y la valía del ecijano Ostos y tantos que aquí en esta tierra tan torera dejaran su huella por los siglos de los siglos.
          Entre plumas y de arañazos llenos saldrían a hombros por la Gran Vía, menos los dos del lazo amarillos, casi todos, y el jolgorio y el contento discurría por los alrededores, menos cuatro capillitas o puristas que andaban a la gresca y descontentos blasfemaban con improperios de todos los colores a lo que allí se dio…   ¿Mecagonlalessshe pa esto han güerto los toros?  Inconformistas que siempre los hubo y que hagas lo que hagas ellos encuentran pegas…”
           Para cenar, todo lo que sea más de un vasito de caldo de puchero con yerbabuena o unas sopitas de gato, es exponerse a pesadillas y más como tiene uno la cabeza. Esto no me pasa a mí otra vez.
Montero Bermudo.
En S. Juan Despí entre la Merced y los Arcángeles de 2.018
         

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