campiña ecijana

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jueves, 2 de octubre de 2014

…Va de Cañatos


…Va de Cañatos.

(La caña, sencilla y humilde que diera nombre a mi calle a   mi barrio y  a  los que allí hemos nacido, otro gentilicio, el de Cañatero.)

Debió surgir mi barrio de los “sobrantes” que conformaban aquella gran urbe que fuera la Astigi romana,  el  que más tarde se seguiría nutriendo  de lo que dio en llamarse arrabal y que era término de lo conocido ya en la Edad Media como barrios desorganizados,  constituido y habitado  por los más desfavorecidos, de los que no cabían, de los recién llegados y a la espera, de los que en cierta manera eran echados o no aceptados, bien por no quererlos (los motivos siempre son infinitos dentro del egoísmo humano) o porque ellos  mismos no  tenían  qué ofrecer.

A partir de  una de las principales puertas de la Ciudad, más  allá de las murallas y a orillas del arroyo que hiciera de foso natural o trinchera y por tanto defensa que flanqueara  buena parte de los aledaños  de su puerta sur, la que el kardo  maximus romano diera salida o entrada por esa parte y seguramente en el lugar donde daría comienzo  el primer  Paseo extrarradio de la población, entre ella y el emplazamiento del Anfiteatro, lugar donde toda fiesta debía de acontecer y por tanto la más antigua también “Calle de la Feria” o Bulevar de la época, lugar más que probable donde es posible se diera el desahogo de la gente una vez terminado sus quehaceres cotidianos, idas y venidas de juventud a lomos de bestias o en carruajes, carreras y juegos de pelota, pretensiones de adolescencia…   paseo que conectara a partir de dicho Anfiteatro, Templo de Vesta y demás lugares de ocio y esparcimiento  con: la Vía Augusta,  el más grande de los caminos que unía el sur de Hispania con la capital del Imperio Romano, al fin y al cabo nuestro imperio, porque éramos ellos.

A orillas del cañaveral que poblara la margen del entonces más caudaloso arroyo, pequeñas y humildes construcciones conformarían mi barrio. Casas de tapia y rama, modelo de “vivienda” que  he llegado a conocer por los alrededores de la población  hasta no hace demasiados años,  primitivas edificaciones sencillas y básicas donde una pared de no más altura que la de una persona  cerrara el perímetro del espacio disponible y resuelta a base de una argamasa o amasijo compuesto por: tierras o arena, restos de cerámica o cascotes y cantos rodados, paja, cal…   la parte de arriba cubierta por ramas de olivo, caña, paja…  lo más práctico y a mano de cada uno en ambos casos.

El nombre, además de muy atrás, le debe venir de dicha planta de caña, de la que  hasta no hace demasiado tiempo, en toda la zona de entrada al pueblo por lo menos,  el arroyo estaba poblado. Recuerdo perfectamente, que hasta la  pontezuela del Matadero  llegaban las cañas por toda la orilla y desde bien lejos arroyo arriba y  en el trozo que ahora rodea  la Avda.  De los toreros y la de John Lennon, ahí  mismo,  a la sombra de unas acacias o algarrobos, era normal ver en temporada a unas pocas de familias gitanas fabricando  canastas y demás utensilios con dicho vegetal a “pie de obra”. Es de suponer y sin miedo a equívoco alguno, que  en un principio estaría  gran parte de todo lo que ocupa el barrio poblado de dicha gramínea.

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“Unas débiles cañas, decía Plinio, han bastado para someter, civilizar y suavizar las costumbres de los hombres. En efecto,  de las cañas se han hecho las flechas, las plumas y los instrumentos de música”  (Diccionario Histórico Enciclopédico- Vicenç  Joaquín  Bastus i Carrera)

 

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Mateo 27-29…

28Y desnudándole, le pusieron encima un manto escarlata. 29Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha; y arrodillándose delante de Él, le hacían burla, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.…

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Una de las calles principales del barrio se llama Cañaveralejos, por casualidad, donde estaba la casa en la que yo nací….     Así podríamos seguir, pero no es necesario, ahora bien, es oportuno después de lo dicho que a esta planta sencilla y humilde, la que al mismo tiempo esconde disimulada una grandeza digna de reseñar a imagen de tantas cosas en esta vida, las que por su aparente simpleza no nos llaman la atención, pero que encierran algo misterioso que cuando vas descubriendo te seducen.

La caña,  modesta y elemental planta, la que casi de manera  inadvertida  tanto provecho  nos diera a buena parte de la humanidad, en todas y cada una de sus variedades y prácticamente a cambio de nada, la que al servicio del hombre hizo de bueno o de malo según interesó y fue el  “germen” sobre el que se posó  mi barrio también y a los nacidos allí como es mi caso, nos cabe el orgullo significativo de esas pequeñas diferencias que nos distinguen  por el hecho de portar otro gentilicio además del :  ecijano y astigitano  otro que nadie más lo tiene y que es el de Cañatero.

 Cosillas que uno, dentro de su parcela de libertad, las escribe porque las piensa, las sueña…      y porque  es de lo que no me privará nadie: ni  de querer ni  de soñar.

Montero Bermudo    Octubre del 2.014

 

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