Casa de Écija en Cataluña
(Veintiún años después)
De los apuntes que no hace mucho he
venido tomando, sobre aquellas fechas en las que andaba uno enfrascado en La
Casa de Écija en Cataluña, extraigo un trocito de cuando la inauguración del
local social, porque ahora se cumplen años de aquel evento y como recuerdo a
aquella gran mujer que fue Dña. Pepita Tomás Montero.
“... Aquel año, como
casi todos los últimos, habíamos estado en Écija: por Semana Santa, por Feria y si no recuerdo mal estuvimos también algo
antes del verano. Andábamos preparando y
aclarando temas de La Casa de Écija: con el Ayuntamiento, los partidos, algunas
asociaciones y con las amistades, además de informar a quien quiso escucharnos
sobre la inauguración del local social.
Si no me equivoco, en primavera, supongo
que ando en lo cierto, en unos de aquellos paseos de un sitio a otro preparando
y viendo gente, le dije a Manolo que conocía por referencia de Rosarito de Novales, persona con la que me
veía y carteaba de vez en cuando y con la que a través de la pintura y Écija
mantenía cierta amistad, a una señora que aunque solo había hablado con ella
algunas veces, era uno de esos personajes entrañables que en cualquier lugar
que se hablara de nuestra cultura estaba, formaba parte de casi todos los
movimientos parecidos al nuestro, mayor que nosotros, poeta, educada,
agradable, muy sensible y dispuesta … (Al final él la conocía algo también) a
la que podríamos pedir alguna colaboración;
hablando, hablando, sin
premeditarlo y no sé cómo, nos presentamos en su casa, lugar en el que ya había
estado visitándola alguna otra vez. La saludamos y la pusimos al corriente de
todas nuestras cosas. Era Dña. Pepita Tomás Montero una de esas personas a la
que te arrimas porque sabes que siempre tiene algo para ti, con la que te
podías confesar o casi mejor decir: la necesitabas para confesarte; mujer
abierta, espléndida, comprometida, religiosa, madre, sobre todo eso,
madre… no recuerdo hasta donde llegamos
con aquella charla pero creo que por lo menos
fue tan amena y extensa como agradable y sorprendente por parte de los
tres. Para esto me falla la memoria, pero si no fue en aquel momento sería al
día siguiente cuando decidimos
acercarnos a ella de nuevo, con la
idea que apuntara Manolo, de nombrarla
Madrina de La Casa de Écija.
Algo desconcertada y
muy alagada, según me contaría más de una vez, quedó ante nuestra propuesta.
Si, respondió tras una breve pausa ¿Pero
yo qué tengo que hacer?... pobrecita
que ya no la tenemos y cuando la recuerdo me enternezco hasta el extremo de
tener que tragar saliva… era una
bellísima persona que se desvivía por cualquier cosa de la que se le pidiera y
a veces perdía la medida no dándose cuenta de su edad, la salud y compromisos
con su casa, comprometiéndose con todo lo que fuera con tal de ayudar aun a
sabiendas que de vez en cuando le hacían algún feo.
El día 1 de octubre,
viernes por la mañana, en la puerta de
Llegadas Nacionales del aeropuerto del Prat, Manuel Reyes Moreno como
presidente y un servidor como vicepresidente de La Casa de Écija en Cataluña,
ramo de claveles rojos en mano,
esperábamos a la Madrina de los ecijanos en Cataluña. Cuando salió por
la puerta, cual chiquilla con vestido nuevo para la feria… ¿Qué falta le hacía a Ella tanto
compromiso? ¿Quiénes éramos nosotros
para que aquella persona se tomara tantas molestias? ¿Cómo le íbamos a pagar, si es que esto se
debe o puede, aquel arrope a nuestra causa?
Ella se lo tomó así, estaba dispuesta como con tantos otros a ayudarnos
y darnos calor humano para que no nos sintiéramos solos. Emocionada, contenta y
hasta algo conmovida, según decía, llegó
hasta nosotros: le ofrecimos las flores y un beso, y entre comentarios y
aclaraciones de cómo iba todo aparecimos por el Local Social, allí estuvimos
los tres conversando un poco mientras
Ella iba mirando lo que teníamos montado y cuando se dio por concluida la
visita Manolo se fue para seguir con cosas que andaba terminando para el tema
de la inauguración y yo me llevé en el
coche a la Madrina a Barcelona capital. Estuvimos paseando un poco por la zona
de Puerta del Ángel, Vía Layetana, el
Palau de la Música… después de una llamada de saludo a unos
amigos que estaban en el Hotel Gala Placidia, creo recordar que de conserjes,
nos invitaron a comer y luego de todo
ello la llevé a casa de una amiga en común de los dos, María : fue mi vecina
durante unos años y esposa de mi paisano Antonio y a Pepita
la conoció en Écija donde se fue a vivir teniendo tienda en La Cintería,
cerca de su casa, de ahí la amistad y luego de quedarse viuda volvió a
Barcelona donde tenía a su madre y demás familia. En su casa la dejé ya por la
tarde, allí dormiría y al día siguiente, sábado 2 de octubre después del mediodía la volvería a buscar
para llevarlas a las dos, María también vino, a la inauguración del Local donde nos esperaban entre otros: el
alcalde de Hospitalet D. Juan Ignacio
Pujana, el Concejal del distrito, el Presidente de La Casa de Écija, su Junta en pleno y un buen puñado de
ecijanos.
Puesta la Madrina en
la puerta de La Casa de Écija, donde las autoridades, presidente y demás socios
la esperaban quise mantenerme en el lugar y no acercarme al estrado para estar “perdido” entre los demás socios y
simpatizantes lugar donde siempre he creído era mi sitio y desde allí junto a
la rejas de la entrada apretado entre tantos escuché el saludo de rigor y
compromiso del alcalde, del Concejal, del presidente y unas preciosas palabras
de La Madrina que usando de su capacidad poética fueron el broche de oro del momento ; miembros
de nuestro ayuntamiento en Écija no vino ninguno, hasta el último
momento estuvimos en la duda porque no nos lo aseguraban quien vendría… la mierda de la política y no pido perdón
por la frase, ya soy mayorcito para saber lo que digo, cohibió o enturbió las
decisiones de nuestros representantes allí,
su incapacidad y corta visión quedó reflejada con aquel abandono, luego,
en próximas ocasiones ya más “seguras” vendrían poco contentos, pero un
servidor, aunque no les guarda ningún rencor ¿para qué? Anda bien de memoria; bueno con lo que íbamos, yo me sentía satisfecho
con la labor hecha hasta allí y además tenía que nutrirme de más fuerza para lo
que quedaba por delante, no en vano
estábamos empezando. El tema de la
“fotito” junto a las autoridades y banderas me chirriaba y quizás me venía
largo, nunca me hicieron gracia ciertas cosas y aunque el alcalde Sr.
Pujana mirando la decoración preguntó
por el artista, yo hice oídos sordos (me salté el protocolo e incluso podría
entenderse como falta de respeto, pero…
) Y me mantuve en cierta manera
al margen en aquellos momentos
“oficiales”, para ello creí bien representada a mi entidad con nuestro
presidente y la Madrina.”
Montero
Bermudo
S.
Juan Despí, 1 de Octubre de 2.014
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