Écija de sabores e
historias
Más
que el “Amor humanus”, hijo que fuera de
la Venus natural o “vulgar”, aquella hija de Zeus y Dione de la que nos hablan:
Ficinio o Platón; reverbera y ahonda en el alma de estas cuestiones del arte, cuando
uno ha de mirar y pensar en la Vieja Astigi, la Écija que llevo grabada en el
tuétano, otro Amor más sublime y trascendente, es aquel que despierta a la
consciencia del individuo cuando observa con detenimiento: el “Amor divinus”,
incomparablemente superior, porque este es hijo de aquella Venus celestial que
naciera milagrosamente en aquel mar que cayeran desde el Cielo los genitales de
Urano… Aunque al referirse a toda esta
belleza Erwin Panofsky, hablaba con el punto de mira puesto en un renacimiento
a todas luces, este barroco ecijano y también romano, su tiempo y su historia
no se aparta de las mismas constantes y “Luces”, porque la grandeza es
equiparable.
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Consciente de su existencia, parsimoniosa y
relajada en sus tareas, ordena su “hogar” una cigüeña hija, nieta y biznieta de
otras tantas que ya lo hicieran, en todo lo alto de la linterna de esa bonita
cúpula que corona el crucero donde “habita” la Patrona de los ecijanos. Cercana
a los pies de esa cruz que corona tan emblemático lugar, no da importancia a la
“peana” que la sustenta y desde arriba nos contempla sin inmutarse, porque se
fía y nos conoce… lleva una vida con nosotros y en sus genes, la fortuna y el
sino de una estancia perpetua por esta Écija que forma parte ya de su hábitat y
de la alcurnia de los suyos.
La luz plomiza y plateada de un cielo
profundo, por donde la sutil polifonía de briznas de nubes acompaña en su paseo
la existencia del tiempo, momento feriado en el teatro de la vida, que aprehendió
el retratista en su impronta como bocado de esencias. Écija, ventana abierta a
un mundo donde el soñar no tiene finiquito, la cal de tus muros y el barro de
tu ladrillo que alarifes sabios dominaron como nadie; manos divinas que
buscaron su pan dando a cambio la gloria para quienes te adoramos y que se irían con la incertidumbre
y la consciencia puesta en el servicio hecho…
Con la distancia, el tiempo de espera y
las ilusiones puestas en un mundo donde la vida dejé parada, el degustar a
suspiros por esta celosía impuesta, cuyo calado intenta ir cerrando el paso del
tiempo, cada vez te quiero más, te admiro porque tu belleza avanza, se
engrandece, resiste a la locura de estos tiempos destructores, porque eres
inmune y hasta miedo me da que te descubran. De un hoyo a una montaña pasamos
aquí y si dolor se teme a tu abandono, cuando te “vean” de verdad, a los
humildes o pobres no nos dejaran estar contigo y de lo modesto, solo será
permitido la sobriedad de esa cigüeña que pulula por las alturas, si es que no
ven molestia en ella, los demás, quedaremos al albur de las casualidades… si
nos permiten.
Montero Bermudo
Hoy como hijo, en el
día del padre. 2023
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