Hoy tocará salmorejo
¡¡Ave César!! Ha llegado el “cargamentus” de
la Bética de Hispania…
dijo a pie de unas escaleras de mármol
mirando arriba y estirando el brazo al frente, tieso como un legionario del
Tercio Duque de Alba, un romano con su casco y su plumero, cargado de fuertes
chapas repujada por alrededor del pecho y lleno de cuero hasta el dedo gordo
del pie con sus sandalias o caligaes y con más tirillas que un talabartero.
Estaba entre nervioso y lleno de satisfacción, porque sabía que aquello eran
noticias esperadas por “el Jefe” y cuando estaba contento y, esto no era para
menos, todo eran risitas, campechanía y compadreos.
ꟷ ¿Lo mío llegó
bien? Preguntó el hombre más poderoso de la tierra que se conocía, con una
sonrisa disimulada que le llevaba la comisura de la boca a la oreja, sin
poderlo remediar y con el desparpajo atento y en espera de afirmaciones.
ꟷ Llegó lo del César, llegó… 1948 ÓLEUM AOVE Ecológico de
Astigi lo mejor que
encontramos por ese sur de la Hispania nuestra y que aportándonos tantas
alegrías, algún día tendréis que poner un Arco de piedras talladas a la entrada
de esa Colonia Augusta Firma, dijo aquel encargado de la alhacena particular del
“jefe supremo de todo lo habido y por haber”, aludiendo a ciertas posibilidades
para con su terruño, él había nacido en Astigi.
ꟷ Venga, venga que
se te ve el plumero… (¿Qué tontería no?)
Dijo el César apremiando a seguir en lo
que iba.
ꟷ Muy bien, que lo
pasen a mi “tabernae” particular, con cuidado que no se rompa nada y ahora
mismo bajo a comprobar el género. Era un sibarita y un glotón y la “paga” le
permitía tener cualquier capricho por lejos que estuviera de su palacio. El
“armao” danto un taconazo que sonara en aquel recinto como una pedrada en
puerta de madera y un cachetazo con su propia mano en el pecho, dio media
vuelta haciendo el retorno por aquel enorme pasillo rodeado de mármoles,
frisos, columnas y esculturas de todo personaje público: vivo o que ya no
estaban y entre una hilera interminable de cascos y plumeros que formaba la
Guardia Pretoriana, sus escolta y protección (el poder era equivalente al miedo
que tenían) aquello era más una entrada de la Macarena por Campana, que un acto
de servicio o protocolo al jefe ¡Qué barbaridad! Unos tanto y otros tan poco…
ꟷ ¡Vamos a ver! Dijo el César una vez
ya en aquel habitáculo alejado de la vista y el curioseo de nadie, donde
guardaba sus caprichos y joyas que le eran traídos desde cualquier parte del
mundo por sus servidores.
ꟷ A ésta, quítale la corcha, dijo y el “centurión
de la manduca” destapó aquella ánfora para que su dueño y señor acercara la nariz
hasta dar con los ventanillos sobre la misma estampilla donde quedaba patente:
Las Delicias, como lugar de origen…. Uuunnnnn…
respiró hondo y acto seguido mojaba el dedo para llevárselo a la boca. Hay que reconocerlo, confesaba una y otra
vez, ni el oro de las Médulas del Bierzo me aporta más satisfacción y repetía en
otra y en otra… hasta comprobar que todas eran correctas.
ꟷ Esto bien cerrado, aquí que no toque
nadie, ordenó antes de desaparecer por aquellos vericuetos del Palacio y si me
entero que alguno mete las manos: lo crucifico, sentenció (era la norma, en
aquellos tiempos no se andaban con chiquitas)
ꟷ El largo camino que diera inicio allá
por Las Delicias, aguas abajo del Puente hierro (entonces no estaba) y que por
Segovia y Palma hasta Híspalis navegara para cuadrarlo sobre embarcaciones capaces
de surcar el Mare Nostrum y de ahí hasta atracar en Ostia, para terminar,
haciendo en el último tramo por el Tíber en aquellas “navi oleari”, había concluido.
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… Un
sobre salto seguido a sendas palmaditas sobre los hombros me hicieron salir de
aquel mundo, donde me encontraba.
ꟷ Quilloooooo… que estas hablando solo,
me dijo mi mujer zarandeándome ¡Venga hombre! que te has quedao durmiendo ahí
pegado a lo que te han traído del pueblo y llevas una hora diciendo tonterías,
que hasta el perro te mira asombrao…. Ves
preparando la macetilla y la machacaera que digites que harías salmorejo,
remachó con exigencias.
Me levanté del sofá y
recogí como pude la mercancía, aún sin despertar del todo. Manías que uno tiene
desde que nací y en nombrándome Écija me descompongo… Perdón, perdón…
Montero Bermudo, 3 de mayo de 2022
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