Escuchando llover,
mientras pienso en Cañatos
_ Ser cañatero _
Se puede ser muchas cosas: guapo, rubio, alto, con los ojos azules
y con dinero a espuertas; de “sangre azul” y heredero de títulos nobiliarios, tantos,que
no quepan en el curriculum ni en la heráldica de la dinastía; presidente del gobierno,
ministro, astronauta, paracaidista, campeón del mundo de moto, de futbol o de
ajedrez; tener todas las virtudes que
Dios te dé, más las que te regalen los chaquetas o pelotas, por ser tan “omnipotente”,
pero ¿CAÑATERO? No, eso no. Para eso hay que nacer al lao de la fuente de
Cañatos o por las callecitas que la rodean; en una palabra: ser de “Los Elegidos”
y lo siento por tantos ecijanos, que ya por el solo hecho de serlo, llevan
implícito una categoría que solo unos cuantos más de cuarenta mil, de los cerca
de ocho mil millones de habitantes del planeta, tienen. No está mal, con eso se
conformaría cualquiera, pero lo de cañatero ¡Ayynnn! Eso queda exclusivamente para un puñado de
afortunados que Dios quiso ponernos en el momento preciso, en cualquiera de sus
calles.
“ … de Cañatos no es
cualquiera… “el Edén… la Eterna Roma Astigitana”, lugar
donde nací, el que me enriqueció con brillo y fama… orgullo, rango, grandeza, “ricachona
humildad, distinción, cuna, nobleza y lo más bonito de todo ¡¡Hasta que me muera!!
“
Montero Bermudo.
En tiempos de castañas, 28 de octubre de 2.018
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